jueves, 30 de septiembre de 2021

RESEÑA DEL LIBRO "PROYECTO UNICORNIA" DE LEONARDO JIMÉNEZ

 

Portada libro
FICHA TÉCNICA

Autor: Leonardo Jiménez
Editorial: Autoedición
Año de edición: 2021
Páginas y capítulos: 324 páginas y 37 capítulos
Género literario: Ficción y Aventura

SINOPSIS

Un grupo de exploradores vuelve a Refugio, un asentamiento montañoso al borde de la extinción, tras un duro viaje en el que han perdido a varios de sus miembros. Traen consigo a un forastero que alberga un secreto que podría suponer la salvación o desaparición de su pueblo.

VALORACIÓN LITERARIA

Se trata de una novela muy bien estructurada y elaborada en la que aparecen tres escenarios o mundos diferentes con personajes e historias muy variadas. Y aunque al principio esto pueda crear confusión, tengo que decir, que a medida que se va avanzando en la lectura y al mismo tiempo familiarizando con el libro, se entiende que estos tres escenarios o mundos son necesarios y tienen algo en común, aunque no se perciba a priori, y es que su fusión dará lugar a una historia increíble.

Me ha gustado el uso que el autor ha dado a sus capítulos combinando esos escenarios o mundos. ¡Esto me sorprendió! Porque, cuando empecé a leer esta novela, como suele ser habitual en la mayoría de libros, pensé que al cambiar de capítulo seguiría con la misma historia, pero... ¡no fue así! La historia y el escenario era totalmente diferente y en el siguiente capítulo volvía a recuperar la primera historia y luego, de nuevo el anterior escenario e historia y así todo el tiempo. ¡Admiro la habilidad del autor para hacer uso de esta técnica! 
Una técnica, que me ha gustado por el ejercicio mental que debe hacer el lector para situarse in situ en la historia y recordar cada detalle para no perder el hilo. Además, de mantenerlo intrigado en cada capítulo y crear esa necesidad de seguir leyendo. ¡Bravo Leonardo!

En Proyecto Unicornia, aparecen diálogos y descripción, prevaleciendo ésta última. Al ser una historia con un mundo totalmente diferente al nuestro, el autor ha hecho uso de la descripción para que podamos imaginarlo con detalle. Y lo hace de una manera fluida y amena. Con lo que la narración se entiende fácilmente. Los capítulos son cortos, cosa que valoro mucho en los libros que leo.
Como muchos libros, tiene partes de la historia más tranquilas y otras de más acción.

Respecto a los personajes, ¡hay muchísimos! ¡y muy variados! Cabe destacar, la aparición de mujeres en esta aventura. Mujeres que son fuertes y guerreras, mujeres que están al mismo nivel que los hombres. ¡Me parece genial esa igualdad que se refleja a lo largo de la novela! 
En general, son personajes con rasgos muy diferentes y muy elaborados. El autor, nos los describe con tanto detalle que incluso podemos llegar a empatizar con ellos.

Otro aspecto a tener en cuenta y que a mi me ha gustado es su argumento. Un argumento que está lleno de valores ocultos y lecciones de vida. ¡Es una obra que aporta y hace que pensemos o analicemos diferentes aspectos de nuestro día a día!
Además, también es un argumento
 nada previsible y lleno de cambios inesperados. Como diría yo, si algo tiene Proyecto Unicornia, es que es una novela imprevisible y muestra de ello es su final. ¡Un final increíble! ¡qué impacta y deja con ese sabor de boca de querer más!

OPINIÓN PERSONAL

Sinceramente, yo soy más de novelas románticas y tengo que reconocer que leer este libro ha sido todo un reto al tratarse de un género que no acostumbro a leer. Pero, me lo recomendaron y me entusiasmó la idea. Y, sinceramente he disfrutado leyéndolo  y me ha gustado la experiencia.  

Me gustaría comentar también, que la aventura de Proyecto Unicornia, me ha ocasionado una mezcla de emociones muy intensa: Por un lado, he sentido entusiasmo porque la historia me ha llevado a un mundo nuevo,  en un entorno natural al aire libre. 
Por otro lado, he sentido tensión, angustia y tristeza por algunos acontecimientos inesperados que iban sucediendo a lo largo del relato y la perdida de ciertos personajes.

Y por último,  recomiendo este libro a: aquellas personas, adultas y jóvenes, que les guste este género y a todas esas personas que les apetezca leer algo nuevo.


Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.


lunes, 27 de septiembre de 2021

¡CELEBRANDO LOS 1000 SEGUIDORES DE INSTAGRAM!

Hoy, en Las_letras_de_Yolanda estamos de celebración. ¡Hemos conseguido llegar a los 1000 SEGUIDORES

Y ello ha sido posible, GRACIAS a todos vosotros/as que leéis mis relatos, reflexiones y frases motivadoras. GRACIAS también a que compartís mis publicaciones con vuestras amistades y conocidos. ¡Me siento muy afortunada!

Y para celebrarlo, hoy escribiré sobre algo muy importante para mí. Una vivencia personal que ha marcado mi vida.

Algo que he vivido recientemente y me ha marcado para bien, dejándome una huella muy especial.

Siéntate, acomódate y léeme una vez más...

Nunca llegamos a conocernos al cien por cien y cuando creemos haberlo conseguido, algo sucede para demostrarnos que estábamos equivocados.

Y eso, fue lo que me sucedió a mi hace exactamente cuatro años, cuando conocí a RUMBA.

Pero empecemos por el principio...

De pequeña, me encantaban los animales, especialmente los gatos y los perros. Pero un día,  cuando yo tenía ocho o diez años pasó algo.

Mis tíos tenían un perro muy grande, un San Bernardo si no recuerdo mal, éste mordió a mi prima haciéndole una herida en el brazo que sangraba muchísimo, sus padres corriendo la llevaron al hospital mientras el resto de la familia esperábamos en casa preocupados. ¡Aún recuerdo todo el rastro de gotas de sangre que fue dejando mi prima mientras salía de casa para ir al hospital! Por suerte, todo se solucionó y quedó en un susto.

Pero, sin darme cuenta, aquella experiencia me marcó muchísimo, haciendo que cogiera miedo a todos los perros. Tanto, ¡que un simple ladrido me hacía pegar un brinco y se me aceleraba el corazón del sobresalto! ¡No era capaz ni de acariciarlos! Lo pasaba realmente mal. 

Pero entonces llegó ella a mi vida. ¡un ángel llamada RUMBA!


RUMBA (Imagen de Yolanda MD)

RUMBA, era una galga abuelita de ocho años que, después de toda una vida de maltrato, buscaba una nueva familia y una nueva vida. Así que, decidí adoptarla. Yo le daría una nueva vida y ella a cambio me ayudaría a superar mi trauma y mis miedos con los perros.

¡Y así fue! Era una perrita tranquila y muy buena que me conquistó enseguida y me permitió confiar en ella, pudiendo dejar a un lado mis temores. No sé cómo, pero con el tiempo descubrí que los perros de la calle ya no me hacían sentir miedo ni tensión. Poco a poco, conseguí llevarlo con naturalidad. ¡Y eso se lo debo a ella!

Al principio, RUMBA se mostró miedosa y no aceptaba las muestras de cariño. Acostumbrada a una vida de maltrato, ¡ella desconfiaba de TODO! ¡Hasta de un beso o una caricia! Agachaba la cabeza, sumisa, como si se tratara de algo malo. Pobrecita, me dolía verla así.

Decidí respetarla y dejarle su espacio. Hasta que con el tiempo, empezó a confiar en mi y todo fue cambiando.

A los dos años y medio de tenerla, ya aceptaba las muestras de cariño y se sentía mucho más cómoda y relajada. ¡Su mirada había cambiado por completo! ¡Había recuperado ese brillito que nos da la felicidad! Porque así era... ¡RUMBA estaba feliz!

Ahora, tenía un hogar de verdad. Un sofá calentito donde dormir, un plato lleno de comida y otro de agua. ¡Y podía dormir tantas horas como deseara! Por fin estaba tranquila y sabía que aquí, nadie la iba a obligar a salir a correr y cazar, o a criar cachorros que luego se venderían para hacer negocio. 

Ahora, las cosas eran muy diferentes, ella era un miembro más de la familia y merecía el mismo respeto y amor que todos.

Lo que yo no me esperaba, era que a punto de cumplir los doce años de edad, en un control veterinario a RUMBA se le diagnosticara un osteosarcoma en una de sus patitas y pólipos en la nariz. ¡El mundo se me cayó encima! ¡Y las lagrimas se apoderaron de mis ojos!

Decidí cuidarla hasta el último momento dándole calidad de vida porque así se lo merecía. Ella, ¡se lo merecía TODO!

Y un mes después del diagnostico, tuve que tomar la decisión más difícil de mi vida, ¡dormirla para siempre!

No podéis imaginar lo difícil que es y aún ahora, un mes después, me emociono al compartirlo con vosotros. Pero... ¿sabéis qué?

Desde que tomé la decisión, no sé cómo RUMBA lo supo y con su mirada y sus gestos en nuestros últimos días juntas, me lo agradeció.

Jamás, olvidaré todo lo vivido juntas, pero esos últimas días aún menos, porque estuvo más cariñosa y cercana que nunca. Pendiente de todos los que formábamos parte de su vida, brindándonos a cada uno un gesto especial, como si estuviera despidiéndose. ¡Nos dio una lección de vida maravillosa!

Y cuando llegó el momento, lo hizo tendida sobre una manta muy agradable y rodeada de todas las personas que la queríamos. Se fue en paz y con mucha calma, pero lo más importante es que se fue feliz y sintiéndose querida. ¡Se fue como merecía!

Y esta experiencia, de principio a fin, ha sido una de las más intensas de mi vida y... ¡no imagináis lo que me ha marcado! Para bien, por supuesto. Porque a pesar del dolor y el sufrimiento que siento al perderla, siento también satisfacción por haberle dado la vida que merecía y ella a cambio haberme enseñado tantísimo en estos cuatro años que hemos compartido.

Ella es y será siempre mi fiel compañera.

Estés donde estés, ¡te quiero RUMBA!


Imagen de Yolanda MD

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.


miércoles, 22 de septiembre de 2021

¡SIGO CON MI SUEÑO!

 ¡Hoy os traigo buenas noticias!

¡Ya he terminado de escribir el cuento infantil que quiero publicar!

Ya ha pasado por su proceso de corrección. Tengo que deciros, que este proceso ha sido muy entretenido y al mismo tiempo muy enriquecedor, porque he aprendido cositas nuevas. 

Y ahora, es el momento de ilustrarlo, hay que complementar mi cuento con dibujos llenos de colores donde se refleje la historia que cuento. 
Esto, es necesario para que el cuento resulte más atractivo a los ojos de los niños.
Las ilustraciones, no sólo llamarán su atención, sino que también lo ayudarán a imaginarse la historia que cuento.

Así que... ahora me toca lo más difícil, ¡ESPERAR!

Lo importante, es que poco a poco, mi sueño va tomando forma. Y aunque aún queda mucho trabajo por hacer, os tengo que decir que estoy viviéndolo con muchísima ilusión y entusiasmo.

¡Os seguiré contando a medida que todo avance!

Una vez más, gracias por leerme. 

¡Hasta muy pronto!


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lunes, 20 de septiembre de 2021

REFLEXIÓN SOBRE LOS DIAS DE LLUVIA

 


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Amanece nublado, el cielo se va oscureciendo cada vez más y empiezan a caer las primeras gotas.

Estos días me ponen nostálgica y me hacen recordar a esos seres queridos que ya no están. Es curioso, pero muchos de ellos se fueron en días de lluvia, como si el cielo también se vistiera de luto y sus lágrimas cayeran sin cesar dejándolo todo mojado, algo que hace aún más triste esos momentos de duelo.

¿Por qué será que los días nublados y lluviosos se asocian a la tristeza o la pena?

En general, durante los días de lluvia, sin saber muy bien porqué, nos sentimos: apáticos, tristes, vacíos, aburridos, nostálgicos... 

Probablemente, haya mucha gente que adore estos días y les haga sentir bien. Pero, en general, mi opinión es que el ser humano no estamos hechos para convivir con este tiempo durante muchos días.

Para mí, los días de lluvia son ideales para no salir de casa y hacer plan de peli, manta y palomitas. Pero, todos sabemos que eso no es posible porque en los días lluviosos nada se para, más bien todo lo contrario.

Sí, sí, en estos días todo sigue. Nuestra rutina y obligaciones no se detienen y hay que: ir al colegio, ir a trabajar, a comprar, a hacer gestiones de papeleo, visitas médicas, reuniones y un largo etcétera.

Y encima, como está lloviendo, todo se complica más al tener que ir cargados con el paraguas o chubasquero y conducir el coche sabiendo que encontrarás retenciones por todos los lados.
Y es que, no sé que pasa estos días pero la gente que conduce vehículos, se pone más nerviosa y se vuelven más torpes creando retenciones innecesarias y accidentes que podrían haberse evitado. ¿Y el claxon? ¿No os habéis fijado que ese día suena más que nunca?


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Pero, también tengo que deciros,  como persona anti días lluviosos que soy, tengo que reconoceros que la lluvia también tiene su parte positiva y sus ventajas.

Por ejemplo, la lluvia combinada con el sol, crea un precioso arcoíris que, sea como sea, nos hace sonreír y sacar siempre lo mejor de nosotros mismos.

Otro ejemplo, el agua de la lluvia, nutre las plantas y jardines dándoles una vitalidad muy diferente a la que podamos darle nosotros cuando regamos con agua del grifo.

Además, las lluvias refrescan el ambiente y purifican la atmosfera.

También, las lluvias nos traen charcos, donde los más pequeños de la casa se lo pasarán genial saltando sin parar mojándose hasta arriba pero proporcionándoles una felicidad tremenda.

Y podríamos seguir, porque probablemente la lluvia tenga más ventajas. Porque, como todo en esta vida, existe un lado negativo pero también otro positivo. Y debemos tener muy claro, que lo negativo nos enseña y lo positivo nos hace disfrutar y crecer como personas. Todo, por simple que te pueda parecer, nos aporta algo. 

Así que... aunque, los días lluviosos puedan parecernos un incordio muchas veces, debemos quedarnos con lo positivo y dar gracias por ese agua que nos traen las nubes, porque sin ella estaríamos "muertos".

Y tú, ¿qué opinas de los días de lluvia? 

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.


 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

RELATO INFANTIL: DESCUBRIENDO UN MUNDO NUEVO

Como cada sábado, Lucía jugaba en el jardín con Mariduende. Les encantaba tomar el té y luego pasear por el jardín, donde imaginaban que había un mercado y compraban: comida, juguetes y chucherías. ¡Les encantaban las chucherías! Marieduende y Lucía, ¡eran taaaaan golosas!

—Mariduende, ¿te has dado cuenta de lo caras que estaban hoy las naranjas?

—Sí, sí... ¡ni que estuvieran hechas de oro! 

—Por suerte, las manzanas estaban más baratas y he cogido unas pocas. ¡Mira que buena pinta tienen!

Seguían paseando de un lado a otro sin dejar de hablar ni un momento. ¡Qué dos marujas estaban hechas! 

Pero... de pronto, ¡algo llamó su atención! 

Se pararon un momento, guardando distancia con aquello que había llamado su atención. Y entonces, Lucía preguntó:

—¿Qué es eso?

—Pues una flor, ¿no lo ves?

—Ya, eso ya lo sé. Lo que quiero decir, es que... ¿de dónde habrá salido? nunca había visto una flor así por aquí.

—Si nos acercamos, la podremos ver mejor. ¡Vamos! —propuso Mariduende.

Y, así lo hicieron. Al acercarse, descubrieron que se trataba de una flor muy grande, tenía muchos pétalos de diferentes colores y estaba toda recubierta de purpurina, con lo que... ¡brillaba muchísimo! ¡era espectacular!


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Las dos, se quedaron asombradas. 

Pero, lo mejor vino cuando la olieron. Tenía un olor muy intenso y dulce, tanto que al momento de olerla les hizo estornudar tres veces seguidas.

Y, después del último estornudo, al abrir los ojos… Lucía, ¡descubrió un mundo nuevo!

 Se quedó sin palabras al ver que se trataba de… ¡UN PAISAJE LLENO DE CHUCHERÍAS, CARAMELOS Y GOMINOLAS!

Sí, sí… allí los árboles no tenían tronco de madera ni hojas verdes, allí los troncos eran de nube y las hojas, ositos de gominolas gigantes. La hierba, estaba hecha con polvos de pica-pica y las nubes, ¡eran nubes de azúcar! ¡Como las que vendían en las ferias!

En este mundo, también había un río hecho con lacasitos de colores. ¡Todo, absolutamente todo estaba hecho de chucherías, caramelos y gominolas!

—¡Esto es el paraíso! —exclamó Lucía.

—¡Ni que lo digas! —comentó Mariduende.

Después, empezaron a caminar para conocer con más detalle aquel lugar tan curioso. Y entre paseo y paseo, iban comiendo un poquito de aquí y un poquito de allá.

—¡Qué alegría! Puedo comer todo lo que quiera, porque aquí mi madre y mi abuela no pueden reñirme por comer tantas chucherías.

Mariduende soltó una risilla traviesa.

En esas estaban, cuando de pronto unas burbujas gigantes de chicle explotaron sobre sus cabezas, ¡dejándolas todas pringadas y pegajosas!

—¡Bienvenidas a mi mundo! —dijo una pequeña hada que revoloteaba alrededor de Lucía y Mariduende.

—Estas, ¡no son formas de dar la bienvenida! —exclamó Mariduende un poco enfadada.

—En mi mundo sí. Me divierto mucho haciendo travesuras con mi varita mágica. —explicó la hada.

—Y a todo esto… ¿Cómo te llamas? —preguntó Lucía.

—Mi nombre es Fresita. Y vosotras, ¿cómo os llamáis?

—Somos Lucía y Mariduende.

—Vale. Pues, ¡seguidme! ¡os enseñaré una cosa!

Y así fue, Lucía y Mariduende fueron tras Fresita hasta llegar a un  campo muy grande lleno de piruletas gigantes de colores.

—¡Ohhhh! ¡Qué bonito es! —exclamó Lucía.

—¡Síííí! ¡Son mis girasoles! —dijo Fresita.

Lucía y Mariduende, se quedaron sorprendidas antes el colorido de tanta piruleta junta, ¡era algo espectacular!


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—Pero… ¿a qué esperáis para probarlas? —dijo Fresita.

—¿Podemos? —preguntó Mariduende.

—Pues… ¡claaaaro!

Y así fue, Lucía y Mariduende, corrieron hacia el campo y empezaron a chupar aquellas deliciosas piruletas.

—Mmm... ¡Están riquísimas! —exclamó Lucía.

Estaban tan entusiasmadas con las piruletas, que no se dieron cuenta que Fresita empezó a mover la varita mágica y entonces… ¡las piruletas se derritieron!

De nuevo, Lucía y Mariduende quedaron pringadas de caramelo.

—JA JA JA… ¡habéis caído en mi trampa! —decía Fresita mientras se reía a carcajadas.

—¡Otra vez! —dijeron Lucía y Mariduende enfadadas.

Cuando se hizo de noche, Fresita las invitó a dormir en su casa.

Fresita dormía en una habitación, mientras que Lucía y Mariduende dormían en otra.

—Tenemos que enseñar a Fresita a usar bien su varita mágica. ¡No para de hacer travesuras! ¡Y ya me estoy cansando! —decía Lucía en voz baja.

—Pero, ¿cómo lo vamos a hacer?

—Es muy fácil Mariduende. Un día en unos dibujitos de la tele, vi un hada que hacía exactamente lo mismo que ella, usar su varita mágica para hacer travesuras. Aquella hada movía la varita siempre en la misma dirección, pero el día que la movió hacía el lado contrario, pasaban cosas buenas.

—¡Qué curioso! —exclamó Mariduende.

—Mañana, ¡lo probaremos! —propuso Lucía.

Al día siguiente, cuando se levantaron Fresita ya les había preparado el desayuno: un bol repleto de cereales de chocolate y un vaso de leche.


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Estaban desayunando, cuando Fresita cogió la varita dispuesta a hacer la primera travesura del día, derretir los cereales de chocolate para que Mariduende y Lucía acabaran con toda la cara llena de chocolate.

Lucía que se dio cuenta y entonces le propuso:

—Fresita, ¿has probado alguna vez de mover la varita hacia el otro lado? Creo, que te resultará más divertido.

Fresita se la miró extrañada pero pensó: « ¿Por qué no? » y entonces empezó a mover la varita mágica en dirección contraria a la habitual.

Y…. ¿Cómo? ¿Qué pasó?

¡LOS CEREALES DE CHOCOLATE SE HICIERON GIGANTES!

Y fue entonces, que las tres se rieron a carcajadas sin poder parar de reír. ¡Les pareció taaaan divertido!

Y desde aquel día, Fresita decidió mover la varita siempre en esa dirección. Al darse cuenta, que haciendo cosas divertidas hacía reír a los demás y eso a ella la hacía muuuuy feliz.

Al comprender esto, Fresita decidió que era momento de que Lucía y Mariduende volvieran a su casa. Así que fue a su jardín, cogió una flor y se acercó a ellas…

—Esta flor, esta flor… ¡es igual que la que había en mi jardín! —exclamó Lucía.

—Sí. ¡Oledla! —propuso Fresita.

Mariduende y Lucía la olieron y entonces empezaron a estornudar. ¡Una vez, y otra, y otra!

Y después del tercer estornudo, abrieron los ojos y…

—¡Estamos en casa! —dijo Lucía.

—Claro, mi niña. —le contestó su abuela mientras cortaba los rosales del jardín.

—¿Sabes qué abuela? Mariduende y yo, ¡hemos conocido a Fresita! —dijo Lucía muy contenta.

—¿Fresita? ¿Ese hada tan traviesa?

—¡Sííííí!

—Yo, también la conocí cuando era una niña y jugaba por estos jardines. Recuerdo, que olí una flor muy curiosa y… ya no recuerdo más. —explicó la abuela.

—Y visitaste un mundo nuevo, ¡seguro! —exclamó la niña al mismo tiempo que fue corriendo hacia su abuela y la abrazó.

—Te quiero mi pequeña. —le dijo su abuela.

Lucía y su abuela, tenían un vínculo muy especial. Su abuela, era la única capaz de comprender su parte más fantasiosa porque en el fondo, sabía que ella era igual.

 


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 Escrito por: Yolanda Martínez Duarte


lunes, 13 de septiembre de 2021

MI ENTREVISTA CON TREINTA_Y_SEIS_Y_SUBIENDO

 




¡No puedo estar más entusiasmada! 

Después de conocerme a través de las redes sociales y leer mis escritos, Treinta_y_seis_y_subiendo me propuso una entrevista y no dudé ni un momento en aceptar. "¡Una experiencia nueva!" pensé. ¡Me encantó la idea! y... ¡nos pusimos manos a la obra!

Tengo que decir, que ha sido una experiencia muy bonita y gratificante. El trato recibido desde el principio, por parte de Terinta_y_seis_y_subiendo, ha sido un trato muy agradable y cercano, haciéndome sentir cómoda desde el minuto cero.

¡Muchas gracias de nuevo por contar conmigo y concederme esta entrevista! 

Os invito a leerla en el siguiente enlace:

https://treintayseisysubiendo.home.blog/2021/09/11/entrevista-a-yolanda-m-d/



 

domingo, 12 de septiembre de 2021

LA CASA GRANDE (EL FINAL)

Mientras, sus amigos jugaban en el tío vivo de la habitación de juegos. Mario, había descubierto algo increíble en la habitación de matrimonio. Se trataba, del cuerpo sin vida del dueño de la casa. Parecía que, había muerto hacía tiempo, pues el cuerpo empezaba a estar algo deteriorado.

Mario, lo observó con atención pero no encontró indicios de nada, parecía haber sido una muerte natural, ¿le habría dado un infarto? ¿o quizá un ictus? Fuera como fuera, había algo en todo aquello que no le cuadraba.

—¡Qué raro! —exclamó mientras observaba a su alrededor.

Fue en ese momento, cuando se percató de algo. En la mesita de noche que había junto a la cama, había un par de botes de somníferos, una botella de whiskey y una nota.

Mario, sintió curiosidad y cogió la nota para leerla. Decía así:

 

Ha llegado el momento, ¡no puedo más!
Me arrebataron lo que más quería.
Sólo, me quedabas tú, mi querida.
Y ellos… ellos… acabaron contigo.
No puedo seguir viviendo en este infierno.
¡En esta casa, ya nada es lo mismo!
Tengo que terminar con todo y, quizá así,
ellos desaparezcan para siempre.

 

Al terminar de leer la nota, Mario no dudó un momento en llamar a sus amigos, ¡debían saberlo!

—Chicos, ¡venid!

Éstos, al escucharlo desde la otra habitación, acudieron enseguida temiendo que algo terrible le hubiera ocurrido.

—¿Qué ocurre Mario? —preguntaron desde el umbral de la puerta.

—Acercaos…

—¡Qué mal huele! —se quejó Luca.

—Pobre, ¿Cuánto tiempo debe llevar aquí? —dijo Sara contemplando el cuerpo sin vida.

—Eso, ahora no importa. ¡Leed esto! —propuso Mario.

Y entonces, algo nervioso e inquieto, les dio la nota a sus amigos. Éstos, enseguida la cogieron y la leyeron en silencio.

—¡Se suicidó! ¡Qué horror! —dijo Sara.

—No entiendo nada. ¿Qué pudo suceder? ¡Llama infierno a su propia casa! —exclamó Edu.

—Todo esto es muy raro. Y, ¿Quiénes son ellos? —preguntó Luca.

Se miraron entre ellos y ninguno supo dar respuesta. Se hizo un silencio largo e incómodo.

Pero… de pronto, ¡algo lo interrumpió!

Tras ellos, junto a la pared, había un tocador con un espejo muy antiguo. La madera de éste, emitió un fuerte crujido que provocó un respingo en los jóvenes.

Éstos, se giraron para ver de qué se trataba y entonces…

¡El espejo se iluminó! ¡Y aparecieron los rostros malvados de dos niños que se reían a carcajadas sin parar!

—Esa risa… —empezó a decir Luca.

Pero, no tuvo tiempo de terminar la frase porque Edu lo cogió por el brazo y tiró de él. Ambos, salieron corriendo junto a Sara y Mario que huían aterrorizados.


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Un año después, en Sotogrande, seguían consternados por la desaparición de los cuatro jóvenes. ¡Nadie, sabía dónde podían estar! Las autoridades buscaban sin descanso, pero empezaban a perder la esperanza, pues hacía tiempo que habían perdido el rastro de las pistas que pudieran llevarlos a encontrar los jóvenes.

Y sus familias, aún se preguntaban qué podría haber sucedido.


Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.

 

 

 

 

 

jueves, 9 de septiembre de 2021

LA CASA GRANDE (3a PARTE)

Mario, se acercó al televisor y lo apagó. 

Después, decidieron seguir conociendo la casa, abrieron la puerta que se había cerrado y entonces encontraron unas escaleras que subían a la planta de arriba.

—Imagino, que ahí arriba estarán las habitaciones —supuso Edu.

Subieron, poco a poco y justo cuando llegaron a la planta de arriba, empezó a sonar música de feria y de nuevo las risas de los niños.

—¡De nuevo esas risas! me están empezando a poner nervioso —dijo Luca.

—Yo no entiendo nada, la verdad —dijo Mario.

Mientras Edu,  se acercaba a un interruptor para encender la luz. Para sorpresa de todos, ¡la luz se encendió!

Fue entonces, cuando descubrieron que allí arriba habían cuatro habitaciones y un cuarto de baño. 

Empezaron mirando el cuarto de baño, estaba muy deteriorado. Muchos de los azulejos que había en las paredes, se habían caído y el suelo tenía una gran mancha de color marrón oscuro. Pero, lo más curioso de todo, es que la bañera también tenía esa misma mancha.


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—¿Será sangre? —preguntó Sara.

—Podría ser, porque en el barrio se cuenta que sacaron el cuerpo sin vida de una persona y éste estaba tapado con una sábana blanca ensangrentada —contestó Edu.

—Esto, me empieza a dar muy mala espina —dijo Sara.

—Tranquila, lo importante es que estamos todos juntos. No nos pasará nada, ¿vale? —intentó calmarla Edu.

Después, pasaron a conocer las habitaciones. 

La primera, era muy sencilla, parecía la habitación de invitados. 
La segunda, era una habitación infantil decorada con muy buen gusto. Todo estaba relacionado con el mundo pirata: las paredes eran azules simulando el mar, en la pared del fondo había dibujada una isla con palmeras y el cofre del tesoro, también había una litera con dos camas de madera que simulaba ser el barco pirata con una bandera negra en la que había dibujada una calavera blanca y finalmente, un loro colgaba de la lámpara. ¡Era fantástico!

—¡Qué bonita es esta habitación! —dijo Sara y añadió apenada —Lástima que esos niños murieran y no tuvieran tiempo de disfrutarla.

—¡Sigamos! —propuso Mario. 

No era momento de ponerse dramáticos.

En todo momento, la música de feria seguía sonando. 

Al entrar en la tercera habitación, descubrieron de qué se trataba.

—¡Un tío vivo! —exclamó Luca.

—Estos niños lo tenían todo —dijo Sara fascinada.

Se encontraban en la habitación de juegos, era enorme y en el centro había un tío vivo infantil, en el que los niños podían subirse. ¡Estaba en marcha! ¡Daba vueltas sin parar!


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Luca sin embargo, quiso subirse y aunque estuvo a punto de caerse en el intento, lo consiguió. Fue justo en ese momento, que Mario vio una sombra que corría por el pasillo justo en dirección a la cuarta habitación.

—¿Lo habéis visto? —preguntó a sus amigos.

—Ver, ¿qué? —preguntaron éstos que estaban divirtiéndose viendo a Luca hacer el payaso en el tío vivo.

—La sombra... ¡ha pasado corriendo hacia la última habitación!

Todos, lo miraron atónitos.

—No me creéis, ¿verdad? —dijo decepcionado—. Da igual, no importa. Voy a echar un vistazo en la última habitación mientras vosotros jugáis como auténticos niños en este tío vivo absurdo.

Y se fue, decidido a entrar en la última habitación que resultó ser la habitación de matrimonio. La decoración, era más bien clásica y la cama tenía un dosel blanco que en sus tiempos, debía ser precioso. Pero, ahora estaba muy deteriorado, algo roto y lleno de polvo y telarañas.

A medida que se iba acercando a la cama, notó un hedor muy fuerte y fue entonces, cuando Mario descubrió algo.

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

LA CASA GRANDE (2ª PARTE)

Aquel día, Luca estaba pletórico, era su cumpleaños y cumplía veinte años. Todos sus amigos, ya los habían cumplido y esperaban a que él también lo hiciera para poder cumplir con el trato que hicieron de niños, cuando tan sólo tenían diez años.


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Estaban todos en su casa, celebrándolo con una gran fiesta, cuando llegó el momento del pastel.

—Luca, recuerda pedir un deseo antes de soplar las velas —le dijo su madre.

—Sí, mamá —vaciló un momento pensativo y sopló.

La vela se apagó enseguida, los cuatro jóvenes se miraron y sonrieron cómplices. Sabían que... ¡el deseo se cumpliría pronto!

A la noche, cuando la fiesta ya había acabado, decidieron ir a dar un paseo. Tenían muy claro el destino al que querían llegar.

Y... ¡llegaron! 

Allí estaban los cuatro, de pie frente a la casa observándola con atención. 

Estaba todo muy oscuro. Aquella noche, había luna llena y su luz recaía sobre la casa destacando su silueta. ¡Parecía más grande que nunca! 

Edu, probó de abrir la reja que había en la entrada y que daba acceso al jardín. Le dio un pequeño empujoncito y se abrió, emitiendo un sonido algo estridente que les puso los pelos de punta.

—¡Vamos! —propuso Edu.

Y así lo hicieron, Luca, Sara y Mario lo siguieron hasta llegar a la puerta principal. Se sorprendieron, ¡la puerta estaba abierta! Así que, entraron despacio sin hacer demasiado ruido. Estaban expectantes y muy intrigados por lo que pudieran encontrarse allí dentro.

—¡Buff! ¡Qué mal huele! —exclamó Mario.

—¿Qué esperabas? Esta casa, lleva muchísimos años cerrada —dijo Luca.

Fueron avanzando, poco a poco, sin separarse. 

Todo estaba oscuro, apenas podían ver por donde caminaban. Se guiaban por la escasa luz de la luna que entraba por las ventanas, cuyos cristales estaban empañados por una gruesa capa de polvo.

Los sobresaltó un fuerte ruido en la cocina, seguido de un portazo.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Sara muy asustada.

—Ha sido por allí... —señaló Luca.

—¡Vayamos a ver! —propuso Edu.

Cuando por fin llegaron a la cocina, descubrieron toda una vajilla de platos y vasos de cerámica rota en el suelo.


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Justo en ese momento... ¡la luz se encendió! ¡Se apagó! ¡Se volvió a encender! ¡Se volvió a apagar!

Los jóvenes, se quedaron paralizados, no daban crédito a lo que estaba sucediendo. ¿Cómo era posible?

—¿Habéis escuchado eso? —preguntó Mario.

—¿El qué? —preguntaron el resto pues ellos, no habían escuchado nada,

—Shhh... ¡escuchad!

Todos, se quedaron en silencio y entonces pudieron oír algo... sonaba muy bajito como si el sonido estuviera lejos de la cocina. 

Mario, empezó a avanzar hacia el sonido, pasando por un pasillo largo que llevaba al salón.

—Mario, no es buena idea. ¡Será mejor que nos vayamos! —propuso Sara. 

Todo aquello, empezaba a darle muy mala espina.

—¡No pasará nada Sara! —le dijo Edu y la cogió de la mano para que se tranquilizara.

Todos, siguieron a Mario. Se pararon justo a la mitad del pasillo, desde allí se escuchaba perfectamente el sonido.

—¡Son risas! Lo que habíamos escuchado antes, son risas de... ¿niños? —susurró Mario.

—Parece que vienen de allí —dijo Edu señalando el salón.

—¿Y esa luz que parpadea, qué será? —preguntó Sara.

—¡Vayamos a ver! —propuso Luca intrigado.

Siguieron avanzando, hasta llegar al salón. Allí, descubrieron que la televisión estaba encendida.

—Pero, ¿no se decía que en esta casa no vivía nadie? —preguntó Luca.

—Eso decían, sí —contestó Mario.

—No entiendo nada —dijo Luca.

Justo en ese momento... ¡LA PUERTA DEL SALÓN SE CERRÓ!

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte

martes, 7 de septiembre de 2021

LA CASA GRANDE (1ª PARTE)

 


Imagen de Google

Edu, se crio en la zona residencial de Sotogrande, en Andalucía. Sus padres, tenían altos cargos en el trabajo y podían permitirse vivir en aquella zona. Allí, vivían: grandes empresarios, ejecutivos y personajes públicos (actores, cantantes, productores de música, directores de cine, etc.)

Era una zona preciosa con grandes casas y zonas ajardinadas muy bien cuidadas.

Los niños, disfrutaban de largos ratos de juego al aire libre sin peligros, pues era una zona muy tranquila y poco transitada por coches. 

Fue allí, donde Edu conoció a sus amigos: Luca, Sara y Mario. Sus padres se llevaban muy bien también, así que hacían muchas cosas juntos: iban de picnic, viajaban en el yate de los padres de Sara, celebraban los cumpleaños y la noche de Halloween con disfraces y saliendo al barrio a pedir caramelos. Siempre, ¡todos juntos! ¡como si se tratase de una familia!

Por cierto, ¡Halloween estaba a la vuelta de la esquina!

Una tarde, mientras Edu y sus amigos estaban en el parque...

—Ya tengo mi disfraz preparado, iré de momia loca —explicaba Sara.

—¡Qué bien! yo iré de vaquero zombi —dijo Edu.

—¿Vaquero zombi? —dijo Luca mientras se reía a carcajadas —. Yo, seré una araña apestosa, ya veréis ya... —volvió a decir desafiante.

—¡Yo seré un caza fantasmas! —dijo Mario entusiasmado.

—¡Genial! —dijeron sus amigos.

—A mí, mis padres ya me están diciendo que ni se nos ocurra acercarnos a la casa grande —dijo Sara.

—¡Siempre con la misma historia! —exclamó Mario.

En Sotogrande, "La casa grande" era todo un misterio. Era la casa más grande de toda la zona residencial y nunca se había visto a nadie vivir en ella.
Se conocía, que hacía muchos años vivió una pareja y tuvieron dos hijos. Pero, sus hijos murieron enfermos de un virus desconocido que los médicos no fueron capaces de controlar.



Imagen de Google

Al morir los niños, la pareja entristeció tanto que cayeron en depresión y no salieron nunca más de la casa. 

A los diez años, cuando nacieron: Edu, Luca, Sara y Mario, los vecinos que vivían cerca de la casa grande vieron como un coche fúnebre se llevaba el cuerpo sin vida de una persona. El cuerpo, estaba totalmente tapado con una sábana blanca algo ensangrentada. ¡Nadie sabía qué había sucedido!

Desde entonces, nada más se supo de aquella casa ni de aquel matrimonio. ¡Era todo un misterio!

¡Llegó Halloween! 

Todos los niños, estaban como locos de alegría con sus disfraces y sus calabazas, dispuestos a llenarlas de caramelos y gominolas. ¡Ganaba el que más caramelos conseguía!

—Chicos, no os alejéis demasiado, ¿vale? —dijo la madre de Sara.

—¡Vale!

—¡Seguidme! —dijo Edu a sus amigos.

Entre tanto niño, enseguida pasaron desapercibidos y de pronto... ¡allí estaban! ¡Frente a la casa grande!

—No deberíamos estar aquí —dijo Sara algo temerosa.

—Tranquila, no pasará nada —la calmó Edu.

La casa, estaba totalmente a oscuras. Aquella noche, parecía aún más misteriosa que nunca. 

Los cuatro niños, la observaban con atención. ¿Qué habría dentro? ¿Por qué siempre estaba tan cerrada?

—¿Por qué no entramos? Yo, tengo ganas de ver lo que hay dentro —propuso Luca.

—Luca, no podemos. Ya sabes lo que nos han dicho nuestros padres. Debemos hacerles caso —dijo Sara.

—Sara, tiene razón. Hoy, no entraremos. Pero... ¡haremos un trato! —propuso Edu extendiendo su brazo y poniendo su mano con la palma hacia abajo —. Cuando pasen diez años, seremos adultos y entraremos. ¿Qué os parece?

—¡Genial! —dijeron Luca y Mario poniendo sus manos sobre la de Edu.

—¿Sara? —preguntó Edu.

Todos, la miraban con atención. Ella, bajó la mirada hacia el suelo temerosa, aquella casa nunca le había gustado y a menudo aparecía en sus pesadillas. Luego, alzó la mirada hacía sus amigos, los miró con timidez y finalmente, puso su mano sobre la de ellos diciendo:

—¡Trato hecho!

—¡Bieeeeen! —gritaron todos.

Así que, cuando tuvieran veinte años se volverían a reunir allí dispuestos a entrar y descubrir el misterio que escondía aquella casa. 

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.


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