Mientras, sus amigos jugaban en el tío vivo de la habitación de juegos. Mario, había descubierto algo increíble en la habitación de matrimonio. Se trataba, del cuerpo sin vida del dueño de la casa. Parecía que, había muerto hacía tiempo, pues el cuerpo empezaba a estar algo deteriorado.
Mario, lo observó con atención pero no encontró indicios de
nada, parecía haber sido una muerte natural, ¿le habría dado un infarto? ¿o
quizá un ictus? Fuera como fuera, había algo en todo aquello que no le
cuadraba.
—¡Qué raro! —exclamó mientras observaba a su alrededor.
Fue en ese momento, cuando se percató de algo. En la mesita de
noche que había junto a la cama, había un par de botes de somníferos, una
botella de whiskey y una nota.
Mario, sintió curiosidad y cogió la nota para leerla. Decía
así:
Ha
llegado el momento, ¡no puedo más!
Me arrebataron lo que más quería.
Sólo, me quedabas tú, mi querida.
Y ellos… ellos… acabaron contigo.
No puedo seguir viviendo en este infierno.
¡En esta casa, ya nada es lo mismo!
Tengo que terminar con todo y, quizá así,
ellos desaparezcan para siempre.
Al terminar de leer la nota, Mario no dudó un momento en
llamar a sus amigos, ¡debían saberlo!
—Chicos, ¡venid!
Éstos, al escucharlo desde la otra habitación, acudieron
enseguida temiendo que algo terrible le hubiera ocurrido.
—¿Qué ocurre Mario? —preguntaron desde el umbral de la puerta.
—Acercaos…
—¡Qué mal huele! —se quejó Luca.
—Pobre, ¿Cuánto tiempo debe llevar aquí? —dijo Sara
contemplando el cuerpo sin vida.
—Eso, ahora no importa. ¡Leed esto! —propuso Mario.
Y entonces, algo nervioso e inquieto, les dio la nota a sus
amigos. Éstos, enseguida la cogieron y la leyeron en silencio.
—¡Se suicidó! ¡Qué horror! —dijo Sara.
—No entiendo nada. ¿Qué pudo suceder? ¡Llama infierno a su
propia casa! —exclamó Edu.
—Todo esto es muy raro. Y, ¿Quiénes son ellos? —preguntó Luca.
Se miraron entre ellos y ninguno supo dar respuesta. Se hizo
un silencio largo e incómodo.
Pero… de pronto, ¡algo lo interrumpió!
Tras ellos, junto a la pared, había un tocador con un espejo
muy antiguo. La madera de éste, emitió un fuerte crujido que provocó un
respingo en los jóvenes.
Éstos, se giraron para ver de qué se trataba y entonces…
¡El espejo se iluminó! ¡Y aparecieron los rostros malvados de
dos niños que se reían a carcajadas sin parar!
—Esa risa… —empezó a decir Luca.
Pero, no tuvo tiempo de terminar la frase porque Edu lo cogió
por el brazo y tiró de él. Ambos, salieron corriendo junto a Sara y Mario que
huían aterrorizados.
Un año después, en Sotogrande, seguían consternados por la desaparición de los cuatro jóvenes. ¡Nadie, sabía dónde podían estar! Las autoridades buscaban sin descanso, pero empezaban a perder la esperanza, pues hacía tiempo que habían perdido el rastro de las pistas que pudieran llevarlos a encontrar los jóvenes.
Y sus familias, aún se preguntaban qué podría haber sucedido.
Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.
Ostras me has dejado con mucho suspense. Que bueno el relato, como evolucionada guapa!! Chapeau!!!!! 👏👏🥰
ResponderEliminar¡Hola Rosa! Muchísimas gracias por darme tu opinión. Me alegra muchísimo saber que te ha gustado. Ha sido todo un reto hacer este relato, pues nunca antes había escrito sobre intriga o suspense y tengo que decirte, que aunque aún tengo mucho qué aprender y mejorar, estoy contenta con el resultado. ¡Gracias una vez más por leerme guapísima! un abrazo.
EliminarUfff guapa me he quedao con la miel en.los labios....IMPRESIONANTE¡¡¡¡
ResponderEliminarBuenísimo! No me esperaba este final para nada, me ha sorprendido para bien. He leído el comentario que hacías a Tita Rosa y debo decir que nadie diría que nunca has escrito suspense. Gran relato!!
ResponderEliminarMadre mía el final me ha puesto la piel de gallina, muuuchas gracias por mantener despierta la emoción de seguir y seguir leyendo este relato de intriga, ¡me ha encantado! Buen trabajo 😊😉 tienes talento Yolanda!!
ResponderEliminarUffff desde el 1° capítulo me has tenido enganchada, con el ainx, ainx... y el final que final!!!. Cada día me sorprendes más
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