martes, 31 de agosto de 2021

LA VIDA DE ROSALÍA (Último capítulo)

Habían pasado ya muchos días desde que Rosalía ingresó a causa de la infección del catéter.

Por fin, los médicos habían conseguido estabilizar las fiebres altas y la infección parecía ir remitiendo.

Ahora, Rosalía estaba muy débil, tenía que superar uno de los obstáculos más difíciles para los pacientes de oncología: fortalecer sus defensas, que se habían quedado derrotadas en esta última batalla.

Una mañana que hacía mucho sol, Rosalía se despertó temprano y desde su cama, miraba hacia la ventana absorta en sus pensamientos. Le daba la sensación de llevar una eternidad allí dentro, entre aquellas cuatro paredes.

—¡Buenos días Rosalía! —la interrumpió el doctor Ballesteros.

—¡Buenos días doctor!

—¿Cómo te encuentras hoy? —le preguntó mientras le hacia el chequeo rutinario.

—Muy cansada.

—Es normal, esta última batalla ha sido dura. Pero, ¡tengo buenas noticias! Parece que la infección está remitiendo y hemos conseguido estabilizar esas fiebres altas que tenías —explicó el doctor.

—Me alegro —.Dijo sin mucho entusiasmo —. ¿A cuántas batallas más tendré que enfrentarme? La verdad, es que no puedo más, estoy cansada de luchar en balde. Siempre que las cosas parecen ir bien, sucede algo que lo estropea. No me parece justo.

Al verla tan desanimada, el doctor la cogió de la mano y se sentó a su lado, dispuesto a animarla.


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—No puedo decirte a cuántas batallas más tendrás que enfrentarte, pero sí puedo decirte una cosa, lo estás haciendo muy bien y necesito que sigas siendo esa guerrera que has demostrado ser desde el principio. Esa capaz de enfrentarse a todo.

—Yo no me veo así para nada. Esta guerrera que ves, ha llorado muchas veces, se ha hundido y ha querido huir de este infierno que estoy viviendo.

—Pero, sigues aquí, ¡luchando! —la interrumpió el doctor —. Eso es lo que tienes que valorar. Ante  todo, eres persona y como tal, debes permitirte caer tantas veces como lo necesites, pero lo importante es que siempre acabes levantándote y con eso es con lo que debes quedarte.

Ella se emocionó, apretó con fuerza la mano del doctor y sonrió.

—Al mediodía volveré a visitarte —de despedía el doctor.

Y justo cuando éste iba a salir por la puerta, Rosalía le dijo:

—Doctor, ¡gracias! Y… recuerda, que tenemos pendiente leer el último capítulo de ese libro tan interesante que llevas leyéndome todo este tiempo.

Él sonrió y asintió con la cabeza.

Una semana después…

Rosalía había mejorado muchísimo y sus defensas empezaban a remontar aunque, muy lentamente. ¡Por fin, los médicos habían decidido darle el alta!

Era martes, por la mañana cuando Sofía llegó con un gran ramo de flores para Rosalía. Estaban de celebración ¡ROSALÍA VOLVÍA A CASA!

—Pero… ¡qué guapa estás Rosalía!

Rosalía, lucía un vestido morado y su rostro ligeramente maquillado, desprendía luz y alegría.

—La ocasión lo merece. Por fin, vuelvo a casa después de dos semanas entre estas cuatro paredes.

—¡Cierto!

Justo en aquel momento, apareció el doctor Ballesteros con la documentación del alta y se la entregó a Rosalía al mismo tiempo que le decía:

—Cuídate mucho. Procura no hacer grandes esfuerzos, tus defensas tienen que acabar de fortalecerse. Y por favor, cualquier síntoma extraño que notes, por tonto que te parezca, llámame y acudiré enseguida.

—Sí —dijo ella.

—Puede estar tranquilo doctor, no estará sola, yo la cuidaré. Me iré a vivir con ella un tiempo, hasta que sus defensas estén al cien por cien —dijo Sofía.

—¡Es una idea fantástica! —. Exclamó el doctor.

Después, se despidió de ellas para seguir con su trabajo.

Al llegar a casa, Rosalía se sentó en el sofá, estaba agotadísima pero feliz, muy feliz por estar de nuevo en su hogar. Todo estaba como siempre, Sofía se había encargado de cuidar de su casa y de sus plantas todo este tiempo. ¡Era increíble! ¡Siempre podía contar con ella!

El tiempo iba pasando, y… ¡llegó la primavera!

Sofía y Rosalía llevaban ya tres meses viviendo juntas. Estaban disfrutando de lo lindo y vivían cada momento con intensidad. La enfermedad de Rosalía, les había hecho cambiar, ya no pensaban en el mañana, sólo importaba el HOY y el AHORA.

Así que: se dedicaban largos baños de espuma y sesiones de manicura y pedicura, disfrutaban de sesiones de cine en casa atiborrándose de helado y bombones de chocolate, paseaban bajo la lluvia o por la naturaleza descalzas sintiéndose más vivas que nunca.


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¿Se habían vuelto locas? ¡NO! Estaban haciendo lo que nunca se habían permitido hacer debido a ese trabajo que adoraban pero que les había robado demasiado tiempo de sus vidas, unas vidas caóticas y estresantes. Ahora se habían permitido un  pequeño parón, para disfrutar de lo realmente importante: ¡ellas mismas!

La escuela de danza se había quedado en manos de Lourdes, una vieja amiga de Sofía, que no dudó en ayudarla cuando se enteró de la enfermedad de la joven.

Lo que nadie podía imaginarse, fue lo que sucedió aquella mañana del mes de abril.

Sofía, se despertó sobresaltada al escuchar el agua que salía del grifo de la bañera. Miró el reloj, eran las seis de la mañana. Se levantó extrañada, Rosalía nunca se bañaba tan pronto. Al tiempo que se dirigía al cuarto de baño, llamó a Rosalía:

—¿Rosalía? Si que te has levantado pronto hoy.

Pero Rosalía no contestó.

Sofía no le dio importancia, porque a Rosalía le gustaba ponerse los cascos de música mientras se bañaba. ¡Era su forma de relajarse y desconectar del mundo!

Pero, cuando llegó al cuarto de baño, descubrió algo terrible… ¡Rosalía estaba tirada en el suelo inconsciente sobre un charco de sangre!

Enseguida, llamó a una ambulancia y la llevaron al hospital donde permaneció en la UVI unos días. Los médicos le hicieron pruebas, necesitaban saber la causa de ese desmayo.

Barajaron la posibilidad de que el desmayo hubiera estado ocasionado por una bajada de azúcar o anemia, teniendo en cuenta que su estado de salud aún estaba debilitado.

Pero tras las pruebas, pudieron comprobar que no era así. El causante había sido la leucemia, estaba en un estado muy avanzado y  algunas de sus células malignas habían invadido el sistema nervioso central con lo que estaba empezando a dañar el cerebro de Rosalía.

Cuando el doctor Ballesteros recibió los resultados, se derrumbó.


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Decidió llamar a Sofía, debía prepararla para lo peor. No sabía cuanto podía quedarle de vida a Rosalía, pero lo que sí sabía era lo que necesitaba en aquellos momentos…

—¡No puede ser! Rosalía…. ¿Se muere?

Fue la respuesta de Sofía al recibir la noticia del doctor Ballesteros por teléfono. Lloraba desesperadamente.

—Ven lo antes posible por favor. ¡Aún podemos hacer una cosa por ella!

Sofía cogió un taxi y llegó al hospital enseguida. Allí la esperaba el doctor Ballesteros que la consoló con un abrazo.

Después, visitaron a Rosalía que permanecía dormida. Sofía se sentó a un lado de la cama y cogió la mano de la joven. El doctor Ballesteros se sentó al otro lado y la observó pensativo.

Allí estaba tumbada tan frágil y delicada, la enfermedad había hecho mella y su aspecto nada tenía que ver con la chica que entró a su consulta dos años antes. ¡Una joven llena de vida y de luz! Una luz que ahora se estaba apagando para siempre .

Sintió impotencia por no haber ganado aquella batalla y no haberla podido salvar.

En aquel instante, sacó de nuevo su libro y empezó a leer en voz alta, el último capítulo que tenían pendiente…

Los ojos de Sofía, estaban inundados de lágrimas que caían por su mejilla sin poderlas retener. Y el doctor ballesteros leía con esfuerzo el último párrafo del libro.

—Y así fue como Celía y Roberto tomaron caminos diferentes. Sabían con certeza, que la distancia no podría interponerse en la amistad que habían trabado. Ellos, habían decidido quedarse con: aquella complicidad, aquellas miradas y sonrisas compartidas… Todo, absolutamente todo lo que habían sentido nadie se lo podría arrebatar. Celía se subió al tren y diciendo adiós con la mano, sonrió y se despidió para siempre.

Después de terminar de leer, se hizo un silencio. Rosalía abrió los ojos por un instante, apretó con fuerza la mano de Sofía y ésta la abrazó fuerte y le dio un beso en la frente.

Después, Rosalía miró al doctor y con un hilo de voz le dijo:

—¡Gracias!

El doctor le cogió la mano con fuerza y ella sonrió.

Se quedó dormida de nuevo, emitió un suspiro muy suave y se fue para siempre, rodeada de las personas que más quería.

 

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.


lunes, 30 de agosto de 2021

REFLEXIONANDO CON GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

 


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¿Quién no conoce al gran poeta y narrador español Gustavo Adolfo Bécquer

Poeta andaluz, nacido en Sevilla el 17 de febrero del 1836. Perteneció a la época del Romanticismo, aunque por: fechas, temas y estilos literarios concuerda en que realmente pertenece al Posromanticismo.

Su obra más conocida, fue "RIMAS Y LEYENDAS" que consistía en un conjunto de poemas y relatos en un mismo libro.

Su faceta como dibujante, no fue tan conocida. Pero, a Bécquer le gustaba mucho dibujar desde que era niño y de hecho, realizó dibujos donde representa sus mundos imaginarios reflejados en su obra "RIMAS Y LEYENDAS".

También, fue aficionado al teatro musical y trabajó en cinco Zarzuelas. 

Como podemos ver, fue una persona inquieta con ganas de compartir su arte. Y también fue, sin duda, ¡UN GRAN ARTISTA!

Pues bien, hoy me atrevo a reflexionar con él, basándome en una de sus rimas más conocidas:

"El alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada".

Los ojos y la mirada, ¡qué poderosos pueden llegar a ser!

Si nos paramos un momento, nos sentamos y analizamos todas esas miradas con las que hemos tropezado en el día de hoy, nos daremos cuenta de que todas son diferentes.

Unas, son: alegres, simpáticas, divertidas, juguetonas, inocentes... otras, sin embargo, son: apagadas, tristes, vacías, oscuras, con toque de malicia o amargura...
Sea como sea, esas miradas tropiezan con las nuestras y nos contagian de su honda positiva o negativa.

Pero, en base al verso de Bécquer, me atrevo a interpretar que esas miradas o esos ojos, no son responsables de transmitir esa honda positiva o negativa. ¡NO! ¡ELLAS SÓLO SON MARIONETAS! Sí, sí, marionetas en manos de un alma que se esconde en nuestro interior.

En este verso, Bécquer nos habla de un alma que transmite cosas buenas, un alma de honda positiva que está enamorada y es capaz de besar con la mirada.

¿Habéis topado alguna vez con una mirada de este tipo?

Yo sí,  y os aseguro que es una experiencia preciosa. Te deja una sensación de plenitud, que resulta increíble.

¿Cómo os imagináis ese alma que nos describe Bécquer?

Yo... yo, me la imagino llena de vida, en armonía consigo misma y con los demás, un alma satisfecha y plena. Un alma, sin rencores ni reproches. Pura y transparente. Sincera, que va de frente pase lo que pase.

Y, es que para mí, el alma del verso de Bécquer es perfecta porque puede hablar con los ojos y besar con la mirada.

¡No puede haber nada más maravilloso y romántico que eso! ¿No crees?


Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.






sábado, 28 de agosto de 2021

IRIS (2a parte y FINAL)

 ¡Qué calor está haciendo este verano!

Estamos en pleno mes de agosto y el calor de Murcia es seco y por momentos, asfixiante.

Este verano, mis padres y yo no hemos viajado a ningún sitio. Mis padres, trabajan muchísimo siempre y hasta septiembre no tienen vacaciones. ¡Vaya rollo, justo cuando yo empiezo el colegio!

Desde que montaron la empresa de suministros para los restaurantes, bares y cafeterías tienen mucho trabajo y los veo muy poco la verdad. 
Paso la mayor parte del tiempo, con mi abuela Adelina o con Sara.

Aquella tarde, estaba sentado junto al faro, leyendo un libro. Cuando de pronto, la voz de Sara me interrumpió. Venía corriendo.


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—Miguel, ¡acabamos de llegar del viaje!

—Por fin, ¡te he echado muchísimo de menos!

Nos dimos un fuerte abrazo y ella me preguntó:

—¿Cómo estás? ¿Ya les has dicho a tus padres lo de Iris?

—Que va, están todo el tiempo trabajando. Apenas los veo.

—Vaya... Ahora que estás preparado para decírselo, ¡qué rabia!

—Pues sí. Pero bueno... Dime, ¿cómo te han ido las vacaciones?

—Muy bien. Hemos visitado muchísimas cosas. ¡Valencia es muy bonita! Mira, ven que te enseño las fotos.

Y entonces, nos volvimos a sentar junto al faro. Sara sacó su cámara de fotos digital y empezó a enseñarme todas las fotos del viaje. Estaba tan entusiasmada explicándome todo con detalle, que por un momento, la miré y me sentí afortunado por tenerla de vuelta.

Sara, ¡me daba la vida! ¡Ella era la luz en mi oscuridad! 

Siempre aparecía cuando más la necesitaba.

Aquella noche, fui a cenar a su casa y me quedé allí a dormir.

Por la mañana, me despertó el teléfono, alguien me llamaba. Miré la pantalla, era mi madre:

—Dime mamá —contesté.

—¿Dónde estás? Hoy papá y yo, nos hemos cogido fiesta en el trabajo porque queríamos pasar el día contigo.

—Vale. Ahora voy, me quedé a dormir en casa de Sara.

Cuando acabamos de hablar, me vestí, me despedí de Sara y sus padres y fui para casa.

Al llegar, me esperaban mis padres vestidos de deporte y con el bañador. 

—¿Qué hacéis vestidos así? —pregunté asombrado.

—¡Vamos a pasear en Kayak! —contestó papá.

—¡Qué sorpresa! Vale —dije entusiasmado.

Pasear en Kayak, era algo que me gustaba desde bien pequeño.

Hicimos una ruta preciosa en kayak hasta llegar a una calita, donde nos estuvimos bañando. 

Fue allí, donde pensé "AHORA O NUNCA".

Estábamos bañándonos cuando les dije:

—Papá, mamá tengo una cosa muy importante que deciros.

—¿Qué ocurre Miguel? —preguntó mamá.

—Desde que tengo tres años, siento que no me gusta ser niño. Quiero ser una niña y llamarme Iris.

Mamá lo aceptó y comprendió enseguida. Papá, sin embargo, salió del agua sin decir nada y fue caminando sin rumbo alguno. 

—No te preocupes hijo, papá está bien, sólo que necesita más tiempo para comprenderlo. Te apoyaremos en todo lo que decidas hacer —me dijo mamá y me abrazó.

El verano pasó volando y llegó septiembre.

En cuanto empezó el curso escolar, mis padres se reunieron con María, mi profesora. Estuvieron hablando del tema Iris para poderlo plantear a mis compañeros y compañeras en clase. 

¡Había llegado el momento de que mi secreto viera la luz!

Y así fue, como un día de otoño, durante la clase de matemáticas María me llamó para que saliera a la pizarra. Se puso a mi lado, rodeó mi hombro con su brazo y dijo:

—Hoy, Miguel y yo tenemos que explicaros algo muy importante. Como todos sabéis, en la vida existimos: mujeres y hombres, niñas y niños. Pero, también existen: mujeres que quieren ser hombres o al revés y niños que quieren ser niñas o al revés. ¿Verdad Miguel?

—Sí. Yo por ejemplo, soy un niño pero me gustaría ser una niña y llamarme Iris —dije.

Estaba muy nervioso pero feliz al mismo tiempo porque por fin podía ser yo mismo y mostrarme tal cual.

Aún recuerdo la reacción de mis compañeros y compañeras de clase, se quedaron todos en silencio y lo aceptaron sin más.

—¿Por eso nunca quieres jugar a fútbol? —preguntó Eloy.

—Sí —contesté.

—Yo, ¡puedo dejarte mis muñecas y podemos jugar a maquillarnos! —propuso Celía.

—¿Entonces, prefieres que te llamemos Iris? —preguntó Óscar.

—¡Me encantaría! —contesté.

Sara, me miraba emocionada y me sonrió.

Desde aquel momento, comprendí que empezaba una nueva vida para mí. Ahora, sería yo de verdad, sin tenerme que esconder de nada ni nadie. Podría dejarme el pelo largo, ponerme vestidos y zapatos de tacón... Ahora, ¡era feliz de verdad!


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Escrito por: Yolanda Martínez Duarte


martes, 24 de agosto de 2021

IRIS (1a parte)

 Mi nombre es Miguel, tengo diez años y vivo en un pueblecito costero de Murcia, su nombre es Cabo de Palos.

Es un lugar precioso. Es el típico pueblo de pescadores, con su puerto repleto de barcos. Cada mañana salen al mar, en busca de pescado para venderlo después en el mercado.

Mi lugar preferido del pueblo, es el Paseo de Zeneta, donde se mezclan: las casas antiguas y las pequeñas embarcaciones. ¡Es fantástico!


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Siempre voy allí a pasear con Sara.

Sara, ¡es muy especial para mí! Somos amigos desde que éramos pequeños y siempre hemos ido juntos al colegio. Es la única amiga que no me ha fallado nunca y siempre ha estado a mi lado en los momentos más difíciles de mi vida.

Como por ejemplo, cuando se me murió mi mascota Jerry. ¡Jerry era un perro adorable con el que yo jugaba mucho!

O cuando llegó carnaval y me disfracé de Súper Heroína en el colegio y todos los niños se rieron de mí, ella estuvo a mi lado para defenderme y hacer frente a todos los niños que me insultaban.

Y es que en el colegio, todos dicen que soy un niño raro porque me gusta estar con las niñas y nunca juego a: fútbol, las canicas o a lanzar los hot wheels por la rampa. Esos juegos brutos que no me gustan porque siempre acaban pelándose entre ellos.

Desde que tenía tres años, descubrí que me gustaba jugar con las muñecas de Sara y jugar a maquillarnos y disfrazarnos de princesas. Y cuando fuimos creciendo, nos poníamos los zapatos de tacón de su madre, nos hacíamos coletas en el pelo y bailábamos todo el tiempo. ¡Qué contentos estábamos!

En mi casa, era imposible hacer estas cosas porque mis padres eran muy tradicionales y yo era el único hijo que tenían y además niño que era lo que tanto habían querido siempre.

Ellos esperaban de mí… pues todo lo que unos padres tradicionales esperan de un hijo: que aprenda a ir en bicicleta, que juegue a fútbol, que sea fuerte, bruto, que trepe a los árboles, se haga rasguños, se caiga, se vuelva a levantar… pero yo no era así, me gustaban: los juegos tranquilos, tener largas conversaciones con la gente, vestirme con ropa de niña, lucir unos bonitos zapatos de tacón, ser presumido y mirarme al espejo muuuuchas veces… ¡así era feliz!

Pero en mi casa yo no podía ser así, mis padres no lo entenderían y me obligarían, como llevaban diez años haciendo, a ser como los demás niños y hacer lo que ellos hacen.

Mis padres estaban tranquilos y felices de ver que su hijo era un niño más. Yo, sin embargo, me entristecía, cada vez más, en silencio en mi interior. Era la mejor forma de hacerlo, anteponía la felicidad de los demás a la mía. ¡Yo, tan generoso como siempre!

Pero… siempre recordaré aquella tarde en casa de Sara.

Ya habíamos cumplido los siete años. Estábamos en su habitación pintándonos las uñas, cuando Sara me preguntó:


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—Te gustaría ser niña, ¿verdad?

Aquella pregunta me sorprendió, no me la esperaba para nada y me quedé en silencio sin saber qué contestar.

—Sabes que soy tu amiga y siempre lo seré pase lo que pase —me dijo de nuevo.

—Lo sé.

—¿Y bien? —insistió.

Y fue allí, en su habitación mientras nos pintábamos las uñas que le dije mi gran secreto. Un secreto que llevaba dentro de mí desde que tenía tres años y que ni siquiera mis padres sabían.

—Me gustaría ser niña.

—Y puedes serlo. Mi madre siempre dice que las personas podemos ser lo que queramos. Siempre que eso nos haga felices —dijo Sara.

En aquel momento me emocioné y ella me abrazó fuerte.

—¡No tengas miedo! Eres una persona maravillosa y lo seguirás siendo seas niña o no.

La abracé aún más fuerte y poco a poco dejé de llorar.

—Y si eres niña… ¿cómo te vas a llamar? —preguntó entusiasmada Sara.

—Iris. Es un nombre que siempre me ha gustado mucho —contesté.

—¡Es muy bonito!

Y desde aquel momento, mi secreto sería de los dos.

Y ahora… ¿sería capaz de compartirlo con el resto del mundo?


 Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.



domingo, 22 de agosto de 2021

¡ESCRIBIENDO MI CUENTO INFANTIL!

¡Hola a todos/as! 

Aquí estoy de nuevo, dispuesta a explicaros como va mi aventura escribiendo ese Cuento Infantil que tanto deseo publicar.

Como muchos ya sabéis, mi sueño es escribir mi propio cuento infantil y publicarlo.

Para los que me habéis empezado a seguir en estos últimos días, os explico: el pasado mes de Julio empecé a elaborar el esquema del que será mi cuento. Un esquema donde anoto: los personajes que aparecerán, el lugar donde sucederá y los diferentes acontecimientos...

A partir de ese esquema, empiezo a escribir el borrador de mi cuento y en ello estoy ocupada actualmente. ¡De momento llevo 9 páginas! Unas 4000 palabras, ¡casi nada!🤣🤣🤣

¡Creo que me estoy entusiasmando demasiado!🤭

¿No os ha pasado, que empezáis a escribir y no podéis parar? Pues en ese punto estoy yo😅

Deseadme suerte, me queda lo más difícil: EL FINAL del cuento. 

Y digo lo más difícil, porque para mí el FINAL es el broche de oro en un libro. Y la verdad, escribirlo me crea algo de tensión, porque quiero que quede perfecto (sí, ya sé que la perfección no existe, pero es otro de mis rasgos que soy muy exigente conmigo misma😅)

Ya sabéis que un buen final hará que toda la historia en sí sea buena, pero si por lo contrario el final es pésimo, por mucho que nos haya encantado la historia... ésta pierde encanto porque el final nos decepcionó. 

¡Así que manos a la obra con el FINAL! A ver que sale😉

¡Hasta pronto!🙋‍♀️



viernes, 13 de agosto de 2021

REFLEXIÓN SOBRE LAS PERSONAS TÓXICAS

 


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 Si buscamos la definición de persona tóxica, se define de la siguiente manera:

Una persona tóxica es aquella que sistemáticamente perturba a las personas que lo rodean, buscando impedir su bienestar.

¿Quién no ha topado alguna vez con una persona de este tipo?

En el colegio cuando eras pequeño, en el trabajo, el grupo de amistades donde descubres que aquel que era tu mejor amigo resulta que no lo era y acaba traicionándote o decepcionándote, en la comunidad de vecinos donde vives y en la sociedad en sí. ¡Están por todas partes!

Se les conoce como personas tóxicas o personas con un carácter difícil. Y existen diferentes tipos: el quejica, el egocéntrico, el criticón, el envidioso, el juez y la víctima.

No hace falta que entre en detalle con los rasgos característicos de cada uno de ellos, ¿verdad? Porque estoy segura de que te has topado con cada uno de ellos y ya sabrás cómo se comportan.

Lo que sí tengo muy claro, es que todas esas personas tienen un mismo objetivo: amargar la existencia a las personas felices que tienen un propósito en la vida. Me refiero a esas personas que siguen su camino sin meterse en la vida de nadie, luchando por conseguir sus propósitos a partir de su propio esfuerzo y sin pisotear a nadie… pero entonces aparece esa persona tóxica y con su actitud negativa hace que todo cambie de rumbo.

¿Quién no ha tenido la mala suerte de compartir jornada laboral con un/a compañero/a tóxico/a? Al principio piensas que está amargado/a pero luego te acabas dando cuenta que es su condición de vida, ¡no saben vivir de otra manera!

Y es que las personas tóxicas son felices:

—Controlando la vida de los demás y opinando sobre ella.

—Teniendo actitud negativa en todo aquello que hacen. ¡Es increíble pero en pesimismo se llevan la palma!

—Manipulando a las personas que le rodean para conseguir aquello que desean.

—Criticándolo todo, incluso lo que no es criticable.

—Pensando en ellos mismos, ¡suelen ser muy egocéntricos y poco empáticos!

—Considerándose perfectos. Es curioso, pero ellos nunca se equivocan, o al menos eso es lo que se piensan.

—Mintiendo constantemente.

Y podríamos seguir con un largo etcétera de características propias de este tipo de personas.

A veces, quizá pueda resultarnos difícil reconocer a este tipo de personas ¿por qué?

Porque a menudo, de entrada se presentan de una manera y con el tiempo descubres que se trataba de una máscara o un disfraz y su verdadera personalidad es muy diferente a aquella persona encantadora que conociste en un principio.

Entonces es cuando abres los ojos de golpe y prestas más atención al conocer personas nuevas y cuando topas con personas tóxicas las descubres más fácilmente.  ¿Cómo? Mirando dentro de ti y prestando especial atención a los sentimientos o estados que te genera el contacto con ellas.

Estas personas pueden generarte:

—Estrés.

—Inseguridad.

—Tensión.

—Autoestima baja.

—Poca paciencia e irascibilidad.

Y otro largo etcétera.

Lo importante, es la actitud que adoptes tú para sobrellevar esa convivencia con esas personas.

En ocasiones, puedes optar por el camino fácil y distanciarte de esas personas que no te hacen bien.
Pero, en otras ocasiones distanciarte de ellas es imposible porque resultan ser tus compañeros de trabajo o tu jefe y entonces el distanciamiento se hace más difícil. En ese momento sólo queda tener esperanza de que hayan cambios (el jefe sea promocionado a otro puesto mejor o el compañero de trabajo sea despedido por su actitud incompetente y pesimista o bien encuentre un trabajo mejor que le haga dejar el puesto actual). Y aunque pueda parecerte imposible, ¡estas cosas pasan! Y entonces te liberas de esa persona tóxica.

¡La vida es una caja de sorpresas! ¿No crees?

Ya sólo me queda darte un consejo. Si alguna vez topas con alguien tóxico, sé fuerte mentalmente y equilibrado/a, no dejes que te contagie de su: pesimismo, amargura, envidia, etc… sigue con tu camino intentando que no te afecte su actitud negativa y con el tiempo y muchísima paciencia acabarás viendo que todo cae por su propio peso y a las personas se les acaba conociendo.

Porque… Las palabras se las lleva el viento, pero los actos permanecen y es lo que realmente define a las personas.

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.

viernes, 6 de agosto de 2021

CUANDO LA LUZ SE APAGA

Hacía un año que había empezado a cojear.

Ella, era mayor y enseguida visitó al médico pensando que la artrosis empezaba a hacer de las suyas, esperanzada con que todo se solucionase con un tratamiento.

La doctora empezó a hacer pruebas para dar con un diagnostico: radiografías, analíticas de sangre, biopsias para analizar el líquido que hacía que su rodilla se inflamase...

La rodilla, cada vez estaba más inflamada y las pruebas, sin embargo, salían bien.

Ella, ¡era fuerte, muy fuerte!  No se quejaba, sólo cojeaba cada vez más. Seguía su tratamiento: pomada antiinflamatoria, tratamiento de cortisona para la inflamación y calmantes para el dolor.

Por suerte, ella vivía rodeada de personas que la querían mucho y la cuidaban en todo momento.

Un día, durante su visita médica...

—Las pruebas salen bien. Lo único que hemos encontrado con las radiografías han sido dos pequeñas calcificaciones en la rodilla —explicaba la doctora.

—¿Y eso es lo que hace que acumule tanto líquido? —preguntó la familia.

—No. Tiene que haber algo más. Por eso vamos a hacer un Tac, necesitamos descartar que sea un proceso tumoral —dijo la doctora.

—De acuerdo —dijo la familia preocupada.

Y así fue, como aquel mes de febrero le hicieron la prueba. 

Los resultados llegaron una semana después.


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Durante la visita, la doctora les enseñaba las imágenes del Tac y les explicaba con mucha delicadeza:

—Con el Tac, hemos descubierto: un pequeño desgaste de huesos en la zona de los hombros, las calcificaciones de la rodilla izquierda y además aparecen pequeños valores tumorales que nos hacen pensar que se trata de un principio de proceso tumoral.

—¿Quiere decir que tiene un tumor? —preguntó la familia.

—Todavía no, pero podría desarrollarse en los siguientes meses. Por eso, os recomiendo ir haciendo revisiones periódicas. Me gustaría verla cada cuatro o seis meses y hacerle radiografías para ir controlando ese posible proceso tumoral.

—Vale —dijo la familia.

Estaban dispuestos a luchar por ella y hacer todo lo que fuera necesario con tal de que estuviera bien y no sufriera.

Aunque habían recibido una noticia triste, ella y su familia se mantenían fuertes y esperanzados. Los resultados del Tac hablaban de proceso tumoral pero allí no había tumor alguno, así que de momento aún había esperanza de que se tratase cosa de la vejez y la vida tan dura que había tenido.

Después de cuatro meses con un bulto cada vez más grande. Un día, sin saber cómo ni porque el bulto empezó a bajar hasta casi desaparecer.

—¡Se le ha bajado el bulto! —dijo la familia.

Todos lo celebraban con alegría. 

¡Hasta la doctora se sorprendió cuando la vio en una de sus revisiones periódicas!

—Con lo inflamado que lo tenía... no lo entiendo, pero me alegro muchísimo.

Además había hecho la radiografía y todo estaba perfecto. 

¡Ella estaba bieeen! 

Volvía a hacer vida normal y a hacer aquellos largos paseos que tanto le gustaban.

Pero, un año después...

La rodilla empezó a inflamarse de nuevo y esta vez había sido aún más rápido. Ella cojeaba muchísimo, apenas apoyaba su peso en esa pata. Vuelta a la medicación con cortisona para bajar esa inflamación, pero no servía de nada.

Aún así, ella no se rendía, se aferraba a la vida. A pesar de su rodilla inflamada, se mostraba tranquila y feliz con su familia y todos los que la rodeaban. ¡Era tan buena!

Pero aquel día, después de hacerle la radiografía periódica de control, la doctora no tenía buenas noticias:

—Parece ser, que el tumor ya se ha desarrollado y está empezando a atacar el hueso. ¿Veis esta deformidad de aquí? —decía señalando la radiografía.

—Sí —dijo la familia.

¡Era cierto! Se veía con claridad, el hueso se estrechaba en una zona, el tumor invadía la zona y estaba deshaciendo el hueso.

—Podemos proceder a una amputación y posteriormente hacer quimioterapia —propuso la doctora.

La familia se miró por un instante y entonces decidieron que no la harían pasar por todo ese proceso tan duro a sus setenta y cinco años.

—Preferimos darle calidad de vida el tiempo que le quede —dijo la familia.

—¡De acuerdo! Le pondremos un tratamiento de calmantes para cuando lo necesite —contestó la doctora.

Cuando salieron de la consulta y se subieron al coche, las lágrimas invadieron los ojos de todos, estaban muy tristes. 

¡De pronto, toda la esperanza se había desvanecido y la luz empezaba a apagarse!

Ahora sólo quedaba disfrutarla mientras viviera, quererla y mimarla mucho.

Y... ¿Cuándo la luz se apagase del todo? 

Sentirse satisfechos y felices por la vida que le habían dado y lo feliz que la habían hecho.

Porque... cuando una luz se apaga sólo queda aquello que dimos, aquello que hicimos por los demás. 

Y si realmente, lo diste e hiciste todo lo que sentías y estaba a tu alcance, sólo queda una cosa: PAZ.

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Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.

(Relato basado en una historia real).


¡EMPIEZO A ESCRIBIR MI CUENTO INFANTIL!

 ¡Hoy, tengo algo importante que contaros!

Como muchos/as sabréis, mi sueño es publicar mi propio Cuento Infantil.

Pues tengo que deciros que... ¡por fin ha llegado el momento de empezar a construir mi sueño!🤩

Así que hoy empiezo a escribir el esquema de mi Cuento Infantil😉 y como todo, empezamos desde cero con un folio en blanco que estoy dispuesta a llenar😊

¡Estoy ilusionadísima!

Deseadme suerte🤞😊

LUKA, CARLOTA Y UN PROYECTO DE VIDA EN COMÚN (micro relato)

Imagen de Google Tras una semana ajetreadísima, Luka y Carlota consiguieron hacer un hueco para tomar un café juntos. El reencuentro fue de ...