martes, 31 de agosto de 2021

LA VIDA DE ROSALÍA (Último capítulo)

Habían pasado ya muchos días desde que Rosalía ingresó a causa de la infección del catéter.

Por fin, los médicos habían conseguido estabilizar las fiebres altas y la infección parecía ir remitiendo.

Ahora, Rosalía estaba muy débil, tenía que superar uno de los obstáculos más difíciles para los pacientes de oncología: fortalecer sus defensas, que se habían quedado derrotadas en esta última batalla.

Una mañana que hacía mucho sol, Rosalía se despertó temprano y desde su cama, miraba hacia la ventana absorta en sus pensamientos. Le daba la sensación de llevar una eternidad allí dentro, entre aquellas cuatro paredes.

—¡Buenos días Rosalía! —la interrumpió el doctor Ballesteros.

—¡Buenos días doctor!

—¿Cómo te encuentras hoy? —le preguntó mientras le hacia el chequeo rutinario.

—Muy cansada.

—Es normal, esta última batalla ha sido dura. Pero, ¡tengo buenas noticias! Parece que la infección está remitiendo y hemos conseguido estabilizar esas fiebres altas que tenías —explicó el doctor.

—Me alegro —.Dijo sin mucho entusiasmo —. ¿A cuántas batallas más tendré que enfrentarme? La verdad, es que no puedo más, estoy cansada de luchar en balde. Siempre que las cosas parecen ir bien, sucede algo que lo estropea. No me parece justo.

Al verla tan desanimada, el doctor la cogió de la mano y se sentó a su lado, dispuesto a animarla.


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—No puedo decirte a cuántas batallas más tendrás que enfrentarte, pero sí puedo decirte una cosa, lo estás haciendo muy bien y necesito que sigas siendo esa guerrera que has demostrado ser desde el principio. Esa capaz de enfrentarse a todo.

—Yo no me veo así para nada. Esta guerrera que ves, ha llorado muchas veces, se ha hundido y ha querido huir de este infierno que estoy viviendo.

—Pero, sigues aquí, ¡luchando! —la interrumpió el doctor —. Eso es lo que tienes que valorar. Ante  todo, eres persona y como tal, debes permitirte caer tantas veces como lo necesites, pero lo importante es que siempre acabes levantándote y con eso es con lo que debes quedarte.

Ella se emocionó, apretó con fuerza la mano del doctor y sonrió.

—Al mediodía volveré a visitarte —de despedía el doctor.

Y justo cuando éste iba a salir por la puerta, Rosalía le dijo:

—Doctor, ¡gracias! Y… recuerda, que tenemos pendiente leer el último capítulo de ese libro tan interesante que llevas leyéndome todo este tiempo.

Él sonrió y asintió con la cabeza.

Una semana después…

Rosalía había mejorado muchísimo y sus defensas empezaban a remontar aunque, muy lentamente. ¡Por fin, los médicos habían decidido darle el alta!

Era martes, por la mañana cuando Sofía llegó con un gran ramo de flores para Rosalía. Estaban de celebración ¡ROSALÍA VOLVÍA A CASA!

—Pero… ¡qué guapa estás Rosalía!

Rosalía, lucía un vestido morado y su rostro ligeramente maquillado, desprendía luz y alegría.

—La ocasión lo merece. Por fin, vuelvo a casa después de dos semanas entre estas cuatro paredes.

—¡Cierto!

Justo en aquel momento, apareció el doctor Ballesteros con la documentación del alta y se la entregó a Rosalía al mismo tiempo que le decía:

—Cuídate mucho. Procura no hacer grandes esfuerzos, tus defensas tienen que acabar de fortalecerse. Y por favor, cualquier síntoma extraño que notes, por tonto que te parezca, llámame y acudiré enseguida.

—Sí —dijo ella.

—Puede estar tranquilo doctor, no estará sola, yo la cuidaré. Me iré a vivir con ella un tiempo, hasta que sus defensas estén al cien por cien —dijo Sofía.

—¡Es una idea fantástica! —. Exclamó el doctor.

Después, se despidió de ellas para seguir con su trabajo.

Al llegar a casa, Rosalía se sentó en el sofá, estaba agotadísima pero feliz, muy feliz por estar de nuevo en su hogar. Todo estaba como siempre, Sofía se había encargado de cuidar de su casa y de sus plantas todo este tiempo. ¡Era increíble! ¡Siempre podía contar con ella!

El tiempo iba pasando, y… ¡llegó la primavera!

Sofía y Rosalía llevaban ya tres meses viviendo juntas. Estaban disfrutando de lo lindo y vivían cada momento con intensidad. La enfermedad de Rosalía, les había hecho cambiar, ya no pensaban en el mañana, sólo importaba el HOY y el AHORA.

Así que: se dedicaban largos baños de espuma y sesiones de manicura y pedicura, disfrutaban de sesiones de cine en casa atiborrándose de helado y bombones de chocolate, paseaban bajo la lluvia o por la naturaleza descalzas sintiéndose más vivas que nunca.


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¿Se habían vuelto locas? ¡NO! Estaban haciendo lo que nunca se habían permitido hacer debido a ese trabajo que adoraban pero que les había robado demasiado tiempo de sus vidas, unas vidas caóticas y estresantes. Ahora se habían permitido un  pequeño parón, para disfrutar de lo realmente importante: ¡ellas mismas!

La escuela de danza se había quedado en manos de Lourdes, una vieja amiga de Sofía, que no dudó en ayudarla cuando se enteró de la enfermedad de la joven.

Lo que nadie podía imaginarse, fue lo que sucedió aquella mañana del mes de abril.

Sofía, se despertó sobresaltada al escuchar el agua que salía del grifo de la bañera. Miró el reloj, eran las seis de la mañana. Se levantó extrañada, Rosalía nunca se bañaba tan pronto. Al tiempo que se dirigía al cuarto de baño, llamó a Rosalía:

—¿Rosalía? Si que te has levantado pronto hoy.

Pero Rosalía no contestó.

Sofía no le dio importancia, porque a Rosalía le gustaba ponerse los cascos de música mientras se bañaba. ¡Era su forma de relajarse y desconectar del mundo!

Pero, cuando llegó al cuarto de baño, descubrió algo terrible… ¡Rosalía estaba tirada en el suelo inconsciente sobre un charco de sangre!

Enseguida, llamó a una ambulancia y la llevaron al hospital donde permaneció en la UVI unos días. Los médicos le hicieron pruebas, necesitaban saber la causa de ese desmayo.

Barajaron la posibilidad de que el desmayo hubiera estado ocasionado por una bajada de azúcar o anemia, teniendo en cuenta que su estado de salud aún estaba debilitado.

Pero tras las pruebas, pudieron comprobar que no era así. El causante había sido la leucemia, estaba en un estado muy avanzado y  algunas de sus células malignas habían invadido el sistema nervioso central con lo que estaba empezando a dañar el cerebro de Rosalía.

Cuando el doctor Ballesteros recibió los resultados, se derrumbó.


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Decidió llamar a Sofía, debía prepararla para lo peor. No sabía cuanto podía quedarle de vida a Rosalía, pero lo que sí sabía era lo que necesitaba en aquellos momentos…

—¡No puede ser! Rosalía…. ¿Se muere?

Fue la respuesta de Sofía al recibir la noticia del doctor Ballesteros por teléfono. Lloraba desesperadamente.

—Ven lo antes posible por favor. ¡Aún podemos hacer una cosa por ella!

Sofía cogió un taxi y llegó al hospital enseguida. Allí la esperaba el doctor Ballesteros que la consoló con un abrazo.

Después, visitaron a Rosalía que permanecía dormida. Sofía se sentó a un lado de la cama y cogió la mano de la joven. El doctor Ballesteros se sentó al otro lado y la observó pensativo.

Allí estaba tumbada tan frágil y delicada, la enfermedad había hecho mella y su aspecto nada tenía que ver con la chica que entró a su consulta dos años antes. ¡Una joven llena de vida y de luz! Una luz que ahora se estaba apagando para siempre .

Sintió impotencia por no haber ganado aquella batalla y no haberla podido salvar.

En aquel instante, sacó de nuevo su libro y empezó a leer en voz alta, el último capítulo que tenían pendiente…

Los ojos de Sofía, estaban inundados de lágrimas que caían por su mejilla sin poderlas retener. Y el doctor ballesteros leía con esfuerzo el último párrafo del libro.

—Y así fue como Celía y Roberto tomaron caminos diferentes. Sabían con certeza, que la distancia no podría interponerse en la amistad que habían trabado. Ellos, habían decidido quedarse con: aquella complicidad, aquellas miradas y sonrisas compartidas… Todo, absolutamente todo lo que habían sentido nadie se lo podría arrebatar. Celía se subió al tren y diciendo adiós con la mano, sonrió y se despidió para siempre.

Después de terminar de leer, se hizo un silencio. Rosalía abrió los ojos por un instante, apretó con fuerza la mano de Sofía y ésta la abrazó fuerte y le dio un beso en la frente.

Después, Rosalía miró al doctor y con un hilo de voz le dijo:

—¡Gracias!

El doctor le cogió la mano con fuerza y ella sonrió.

Se quedó dormida de nuevo, emitió un suspiro muy suave y se fue para siempre, rodeada de las personas que más quería.

 

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.


13 comentarios:

  1. Ufff he terminado con los pelos de punta ,¡¡¡

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    1. Hola Marideerre, te entiendo perfectamente yo cuando lo escribí me emocioné. ¡Es una historia muy emotiva y Rosalía nos ha demostrado ser una guerrera de primera! Gracias una vez más por leerme. ¡Un abrazo!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Con lágrimas en los ojos estoy, esta historia tan conmovedora y real ha conseguido llegarme al corazón, wow!! Una historia que ha mantenido mi entusiasmo por saber qué pasará en todo momento. Que buena mano tienes escribiendo!! Sigue así!! Wow te felicito de verdad que si!!

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    1. Hola Verónica, ahora la que se va a emocionar soy yo con tus palabras. ¡Muchísimas gracias de verdad! Me alegra saber, que la historia te ha mantenido enganchada en todo momento y ha conseguido cautivarte sacando a flor de piel sentimientos y emociones. ¡Un abrazo!

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  4. Aunque me temía el final no lo "quería" leer. Real y dura como la vida misma. Eres una crack, sigue así preciosa!!! Enhorabuena por esa creatividad tan maravillosa que tienes innata!! 👏👏😘💜

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    1. ¡Hola Rosa! Muchísimas gracias una vez más por leerme y darme tu opinión, ya sabes que es muy importante para mí. Sí, Rosalía ha sido en todo momento una historia que refleja la realidad de muchas personas y aunque por un momento quise darle un final feliz, lo pensé y repensé hasta llegar a la conclusión que esta vez debía ser más realista... ¡un abrazo enorme!

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  5. Increíble relato de verdad. Me ha tenido enganchada desde el primer capítulo. Lo has escrito tan bien que al menos para mi parecer, nadie diría que eres principiante de verdad. Me quito el sombrero porque es maravilloso.

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    1. ¡Ohhhh! Muchísimas gracias por tus palabras de verdad... me alegra saber que te ha enganchado desde el principio. Rosalía ha sido un personaje muy especial, a mí también me ha conquistado, no imaginas lo que me costó crear ese final para ella...pero pensé que era lo más correcto y realista, aunque duela... ¡un abrazo!

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  6. Felicidades a sido impresionante el relato. Yo por desgracia lo viví con mi padre y siempre tuve la esperanza de que ganara la batalla, pero por desgracia no fue así. Me ha impresionado muchísimo tu relato . Me ha hecho vivir la experiencia que tuve con mi padre. Escribes muy bien es una pasada como haces que te metas dentro de la historia. Felicidades Yolanda.

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    1. Por cierto Yolanda. Tu Block me lo recomendó una persona muy especial para mi. Y que razón tenía. Felicidades por esa forma de tan clara y sencilla de escribir. Haces que te metas dentro del relato con tu forma de escribir.

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    2. ¡Hola! Ante todo, agradecerte tu visita en mi BLOG y por leer mis relatos. Me alegra mucho saber que te ha gustado mi relato de Rosalía y siento mucho que tuvieras que pasar por lo mismo que ella, con tu padre. ¡Es algo muy duro! Muchos ánimos😉

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  7. Por cierto, me alegra saber que hayas conocido mi BLOG por recomendación de otro/a lector/a😊 y gracias por darme tu opinión sobre mis escritos y mi forma de escribir. ¡Me alegra mucho saber que te gusta y te transmite! ¡un saludo!

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