Mi nombre es Miguel, tengo diez años y vivo en un pueblecito costero de Murcia, su nombre es Cabo de Palos.
Es un lugar
precioso. Es el típico pueblo de pescadores, con su puerto repleto de barcos. Cada
mañana salen al mar, en busca de pescado para venderlo después en el mercado.
Mi lugar
preferido del pueblo, es el Paseo de Zeneta, donde se mezclan: las casas
antiguas y las pequeñas embarcaciones. ¡Es fantástico!
Siempre voy
allí a pasear con Sara.
Sara, ¡es
muy especial para mí! Somos amigos desde que éramos pequeños y siempre hemos
ido juntos al colegio. Es la única amiga que no me ha fallado nunca y siempre
ha estado a mi lado en los momentos más difíciles de mi vida.
Como por ejemplo,
cuando se me murió mi mascota Jerry. ¡Jerry era un perro adorable con el que yo
jugaba mucho!
O cuando
llegó carnaval y me disfracé de Súper Heroína en el colegio y todos los niños
se rieron de mí, ella estuvo a mi lado para defenderme y hacer frente a todos los
niños que me insultaban.
Y es que en
el colegio, todos dicen que soy un niño raro porque me gusta estar con las
niñas y nunca juego a: fútbol, las canicas o a lanzar los hot wheels por la
rampa. Esos juegos brutos que no me gustan porque siempre acaban pelándose entre
ellos.
Desde que
tenía tres años, descubrí que me gustaba jugar con las muñecas de Sara y jugar
a maquillarnos y disfrazarnos de princesas. Y cuando fuimos creciendo, nos
poníamos los zapatos de tacón de su madre, nos hacíamos coletas en el pelo y
bailábamos todo el tiempo. ¡Qué contentos estábamos!
En mi casa,
era imposible hacer estas cosas porque mis padres eran muy tradicionales y yo
era el único hijo que tenían y además niño que era lo que tanto habían querido
siempre.
Ellos
esperaban de mí… pues todo lo que unos padres tradicionales esperan de un hijo:
que aprenda a ir en bicicleta, que juegue a fútbol, que sea fuerte, bruto, que
trepe a los árboles, se haga rasguños, se caiga, se vuelva a levantar… pero yo
no era así, me gustaban: los juegos tranquilos, tener largas conversaciones con
la gente, vestirme con ropa de niña, lucir unos bonitos zapatos de tacón, ser
presumido y mirarme al espejo muuuuchas veces… ¡así era feliz!
Pero en mi
casa yo no podía ser así, mis padres no lo entenderían y me obligarían, como
llevaban diez años haciendo, a ser como los demás niños y hacer lo que ellos
hacen.
Mis padres
estaban tranquilos y felices de ver que su hijo era un niño más. Yo, sin
embargo, me entristecía, cada vez más, en silencio en mi interior. Era la mejor
forma de hacerlo, anteponía la felicidad de los demás a la mía. ¡Yo, tan
generoso como siempre!
Pero…
siempre recordaré aquella tarde en casa de Sara.
Ya habíamos
cumplido los siete años. Estábamos en su habitación pintándonos las uñas,
cuando Sara me preguntó:
—Te gustaría
ser niña, ¿verdad?
Aquella
pregunta me sorprendió, no me la esperaba para nada y me quedé en silencio sin
saber qué contestar.
—Sabes que
soy tu amiga y siempre lo seré pase lo que pase —me dijo de nuevo.
—Lo sé.
—¿Y bien?
—insistió.
Y fue allí,
en su habitación mientras nos pintábamos las uñas que le dije mi gran secreto.
Un secreto que llevaba dentro de mí desde que tenía tres años y que ni siquiera
mis padres sabían.
—Me gustaría
ser niña.
—Y puedes
serlo. Mi madre siempre dice que las personas podemos ser lo que queramos. Siempre
que eso nos haga felices —dijo Sara.
En aquel
momento me emocioné y ella me abrazó fuerte.
—¡No tengas
miedo! Eres una persona maravillosa y lo seguirás siendo seas niña o no.
La abracé aún
más fuerte y poco a poco dejé de llorar.
—Y si eres
niña… ¿cómo te vas a llamar? —preguntó entusiasmada Sara.
—Iris. Es un
nombre que siempre me ha gustado mucho —contesté.
—¡Es muy
bonito!
Y desde
aquel momento, mi secreto sería de los dos.
Y ahora…
¿sería capaz de compartirlo con el resto del mundo?
Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.
Ohhhh aix deseando la segunda parte jeje
ResponderEliminar¡Hola Marideerre! Me alegra saber que te ha gustado tanto como para tener ganas de leer la segunda parte. ¡La tengo casi lista! En breve la publico. Muchísimas gracias una vez más por leerme. Un abrazo.
EliminarMe ha gustado mucho. Enhorabuena
ResponderEliminar¡Hola Leonardo! Muchísimas gracias, me alegro que te haya gustado. Ahora ya estoy escribiendo la segunda parte y deseando de publicarla para que podáis seguir leyendo la historia de IRIS. Gracias una vez más, por leerme. ¡Hasta muy pronto!
EliminarEs muy real....
ResponderEliminar¡Hola Verónica! Sí, es cierto este relato refleja la realidad de muchas personas. Un tema muy actual hoy día, que es necesario apoyar para que la sociedad acabe aceptándolo. Por desgracia aún hay mucha mente cerrada y eso me duele sinceramente. Todas las personas tienen derecho a ser felices y da igual la condición que tengan, lo importante es que se sientan bien consigo mismas. ¡Un abrazo!
EliminarWow me ha puesto la piel de gallina, qué bonito, que intriga, que emoción!!
ResponderEliminar¡Gracias Verónica! Me alegra saber que te ha gustado😊 gracias una vez más por leerme. Un abrazo.
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