LA LOCURA DE SOFÍA
Jorge estaba preparado
para empezar una nueva vida. Había sufrido muchísimo después de su ruptura con
Raquel, su novia de toda la vida. Se conocieron en la universidad y desde
entonces, lo habían compartido todo. Veinte años de felicidad que se iban al
garete por culpa de la rutina.
Sí, sí, ¡su relación se había vuelto aburrida y
monótona!
Ya nada era como al principio, habían perdido la
ilusión, la pasión y lo más importante, EL AMOR.
No se lo pensó dos veces.
Buscó su vieja mochila, la misma que le acompañó en sus aventuras de
adolescente y que, por algún motivo, nunca quiso deshacerse de ella. Sonrió
cuando la encontró abajo, en el trastero. Cientos de recuerdos asaltaron su
memoria atrofiada. Al abrir la cremallera, y para su asombro, se encontró su
vieja pulsera de cuero, la misma que le regaló Sofía, una joven que se dedicaba
a organizar rutas a caballo por la sierra; todo eso pertenecía a un pasado muy
lejano. Casi olvidado.
Maia y Juan eran amigos
de Jorge desde la infancia. Con una simple mirada se entendían a la perfección.
Esas miradas de complicidad que no necesitan de adornos. Fueron ellos quienes
le convencieron de llenar la vieja mochila en busca de El Camino. Si, la ruta
jacobea en busca de nuevas emociones que diluyeran los recuerdos de una vida
intensa junto a Raquel.
Pero al ver esa complicidad
entre Maia y Juan, a la mente de Jorge volvieron viejos recuerdos. Si no fuera
por Raquel, ¿¿¿habría podido existir algo más entre él y Sofía??? Le venían a
su mente recuerdos de los paseos a caballo, del día que le regaló la pulsera de
cuero. Le dijo:
— Toma, así cuando un día la veas, te acordaras de estos bonitos momentos.
Con su vieja pulsera de
cuero puesta y su mochila, se dispuso a iniciar una ruta hacia la Sierra, en
busca de un reencuentro especial con aquella persona con la que tenía tantos
recuerdos, Sofía. Maia y Juan fueron sus compañeros de camino, los tres
emprendieron ese viaje repleto de ilusiones y nuevas expectativas para Jorge.
¿Seguiría Sofía en la Sierra?
Y dispuesto a recuperar
de nuevo la ilusión, indagó y fue en busca de nuevas aventuras, ¿serian como él
se imaginaba? ¿Podría recuperar momentos pasados?
En cada nuevo recuerdo
que le venía a la mente, revivía los mismos sentimientos, las mismas sensaciones,
las mismas ilusiones, las mismas inquietudes y las ganas de comerse el mundo. ¿Cómo
olvidar todas aquellas experiencias? Pero, ¿sería bueno volver a revivirlas?
Quizás no todos sus viejos compañeros de vivencias opinaban igual.
Pero, hicieron el camino
donde ella se encontraba y llegaron, no veían a Sofía. La buscó por los
alrededores y vio de lejos a un niño, un hombre y una mujer, jugando. Cuando
miró más detenidamente, se dio cuenta de que era ella. Pero, parecía ser que ya
tenía una familia. Se quedó estático allí, sin saber si decirle algo o no, ya
que se había decepcionado y se sentía muy triste. Hasta que, ella lo vio ¿qué
pasará? ¿Lo reconocería? ¿Él se iría o se quedaría a hablar?
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Pensó que era mejor
seguir con su camino. Supuso que Sofía ya tenía su vida montada: hijos,
marido... lo mejor era continuar con sus amigos hacia una vereda desconocida.
Llevaba tanto tiempo instalado en su zona de confort, que la idea de ir hacia
algo desconocido lo estimulaba y le daba vértigo a partes iguales. Pero, lo que
tenía claro era que el pasado debía quedarse en el pasado y él desanclarse de
las certezas. Así pues, tomaron rumbo hacia Francia y cuando llegaron a la
frontera, sus amigos se despidieron de él. No podían continuar el viaje juntos,
ellos necesitaban volver a atender su negocio que habían delegado en su
empleado para dar apoyo a su amigo. Pero, llegaba el momento de despedirse.
En un momento dado, Sofía
miró hacia donde Jorge estaba y se acercó a él, sin reconocerlo. Jorge al ver que
se acercaba empezó a sudar, se puso muy nervioso. Sofía se puso de frente a él
y con la sonrisa que le caracterizaba le dijo.
—Hola, ¿en qué puedo
ayudarle?
Jorge no sabía si decirle
quién era, y después de unos segundos le contesto:
—Hola, me gustaría hacer
unas rutas a caballo y hospedarme unos días aquí.
—Pues, estás en el sitio
adecuado.
¿Qué pasará? ¿Se armará
de valor para contarle? ¿Decidirá volver a su vida normal?
—¡Sofía!
—Un momento, enseguida le
atiende mi compañero.
Jorge, notaba como la
arteria de su cuello palpitaba con fuerza. Al fondo, Sofía hablaba con un
hombre a quien besó en los labios antes de que éste se dirigiera a donde Jorge
esperaba. El pequeño castillo de arena se derrumbaba en su mente.
—Dígame, ¿en qué puedo
ayudarle?
Jorge, preguntó por algo
sin mucho sentido, por lo que Carlos, compañero y pareja de Sofía, lo invitó a
acompañarle. Unos minutos más tarde, andando entre las cuadras, Sofía y Carlos
cruzaron una mirada cómplice y maliciosa.
Carlos, le acompañó hasta
una bonita habitación tenía una cama grande en medio de la estancia, con un
bonito balcón y una bañera con vistas al campo, viendo los caballos y un bosque
verde.
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—Esta es su estancia,
espero que sea de su agrado — le dijo Carlos.
Jorge, contestó con una media
sonrisa tristona:
— Gracias, es muy amable.
—Cualquier cosa ya sabe
donde encontrarme —le contestó Carlos.
Cuando se marchó Carlos,
Jorge se acercó al balcón y empezó a mirar la belleza del paisaje, respiró
hondo cerrando los ojos, dejando la mente vacía por unos minutos.
Pero, entonces escuchó
una melodía. Sonaba muy cerca. ¡En el balcón de al lado una chica joven tocaba
el violín! Jorge, sonrió aliviado al escuchar aquella melodía.
—Las penas se alegran con
música —dijo la joven cuando terminó de tocar el violín.
—Cierto… —afirmó tímido
Jorge.
—¿Llegas en busca de
calma?
—Eso pensaba sí… pero,
creo que me equivoqué de destino —la joven lo miró extrañado sin ser capaz de
comprender el mensaje que pretendía transmitirle —. Disculpa, a veces nos
creamos esperanzas e ilusiones que luego resultan ser falsas. ¡Algo así me ha
pasado al llegar aquí!
—Sea lo que sea, seguro
que lo olvidas rápido. ¡Había pensado ir a caminar por la naturaleza! ¿Te
animas? —le propuso.
—¡Vale!
—Por cierto, mi nombre es
Violeta —dijo la joven ofreciéndole su mano desde el otro lado del balcón.
Jorge, enseguida se
acercó y la estrechó. Y entonces… ¡sintió algo que jamás había sentido con
nadie!
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Como un escalofrío que le
recorrió todo el brazo y le hizo sentir mariposas en el estómago. Se quedó muy
extrañado al notar aquella sensación. Mientras iban paseando, Jorge sentía que
era como si la conociese de toda la vida. Violeta era una chica risueña, con un
gran sentido del humor, amaba la naturaleza y sentía que con ella era todo tan
sencillo.
Mientras tanto, Sofía
observaba la escena oculta tras los arbustos. Jorge y Violeta estaban absortos el
uno en el otro, lo que daba cierta libertad a Sofía para moverse sin ser vista.
Los recuerdos opacos se le arremolinaban en su memoria, quería recordar pero no
podía. Tampoco sabía por qué tenía la extraña necesidad de tomar con tanta
fuerza el cuchillo en su mano. Se peleaba con ella misma sin saber porque se
aferraba a aquel cuchillo con tanta necesidad, porque no podía recordar con
precisión lo que sin saber quería recordar. No entendía el porqué de todos
aquellos sentimientos, ¿por qué le dolía ver a Jorge con Violeta si lo acababa
de conocer? ¿o no? Jorge, notó un escalofrío por la espalda y miró hacía el
bosque, donde se encontraba escondida Sofía, ésta al ver que podía ser
descubierta se movió con precisión.
Degustó un agradable sabor
en su boca, olvidado hacía ya muchos años atrás, era el sabor de la sangre que
se vertía en su boca a causa de haberse mordido inconscientemente el labio
superior. Carlos había salido al pueblo, sabía que tardaría varias horas en
volver. No conseguía calmarse, al contrario, su pulso iba en aumento, la
sudoración alcanzaba todo su cuerpo, la mente se le empezó a nublar, sentía
deseos extraños y encontrados hacia la pareja que tonteaba ante sus ojos. Pero,
¿por qué? ¿Qué le estaba ocurriendo?
Fuese como fuese,
finalmente actuó por un impulso repentino y salió como poseída de su escondite,
cuchillo en mano dispuesta a atacar a la pareja. ¡Fue directa a Jorge que
estaba de espaldas! Y… ¡le clavó el cuchillo!
Violeta, intentó evitarlo
pero no le dio tiempo. Todo ocurrió demasiado rápido.
—Pero, ¿qué haces? —preguntó
Violeta mientras intentaba sostenerla para que no pudiera seguir con su
masacre.
Pero, Sofía tenía más
fuerza y pudo escaparse, corriendo directa hacia Jorge, que estaba tendido en
el suelo boca arriba retorciéndose de dolor, dispuesta a clavarle el cuchillo
de nuevo pero esta vez en el pecho. No sabía por qué, pero quería acabar con
él.
Justo cuando se abalanzó
sobre él, Jorge pudo sostenerla con sus manos para evitar que lo atacara de
nuevo. La miró a los ojos y le dijo:
—Sofía, ¿qué te ocurre?
¡No te reconozco!
Ella, también lo miró a
los ojos y… algo en su interior se estremeció al recordar una pulsera de cuero
y los paseos en caballo con… ¡JORGE! Por fin, pudo recordarlo todo y entonces…
¡lo besó!
Violeta, no entendía nada
de lo que estaba ocurriendo y Jorge… Jorge, sólo pudo dejarse llevar por el
sentimiento que sentía hacía Sofía y corresponderla con aquel beso que les
permitiría liberarse y recuperar todo el tiempo que habían perdido.
—Discúlpame, no quería
hacerte daño. No sé qué me ha pasado la verdad…
Se disculpó Sofía después
de besarlo. Él solo pudo abrazarla fuerte contra su cuerpo y desear que todo
aquello estuviera ocurriendo de verdad. ¿Habría encontrado de nuevo su
felicidad?
Parecía ser que sí, la
vida volvía a brindarles una segunda oportunidad.
Escrito por:
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