sábado, 21 de mayo de 2022

LINA (1ª parte - Relato Infantil - Juvenil)

Lina, tenía catorce años y era una niña muy especial. Había nacido antes de tiempo y por ello, era muy menudita. Además, tenía un ojo de cada color: azul y verde.

Los niños en el colegio se reían de ella y la llamaban "la bruja maldita". Aún cuando ella se portaba bien y no hacia nada malo a los demás niños y niñas. Nadie quería jugar con ella, así que se acostumbró a jugar siempre sola e inventar sus propias historias.

Un día, estaba en el patio del colegio cuando vio a lo lejos algo que brillaba.

—¿Qué será?

—¡A la clase niños y niñas! —los llamó la profesora para que regresarán  a la escuela.

Desde aquel día, Lina no olvidó el destello que había llamado su atención. Así que, cada día, cuando salía al patio del colegio, volvía a aquel lugar en su busca.

Pero, pasaron muchos días hasta que volvió a verlo. Y aquella vez, vio algo más. Una pequeña silueta que aguantaba algo en sus manos.

Una noche, antes de irse a dormir, Lina se sentó en su escritorio y decidió dibujar  aquello que había visto. Su padre, que entró para desearle dulces sueños, se quedó mirando el dibujo y susurró sorprendido:


Imagen de Google


—Litzy.

—¿Qué? —preguntó la pequeña.

—Estás dibujando un Litzy —la pequeña lo miró muy extrañada —. Litzy, era un duende de mi infancia. Yo, lo llamaba el duende de la luz.

—¿Lo veías en los dibujitos de la tele papá?

—No, lo veía de verdad. Estaba por todas partes: en el colegio, en casa, en el parque, en mis viajes de vacaciones con los abuelos...

—Yo, también lo he visto —dijo la pequeña.

En aquel momento, su padre comprendió que Lina seguiría con el legado de su familia. Litzy, llevaba muchos años en su familia, había sido visto por su: tatarabuelo, bisabuelo, abuelo, él mismo y ahora también Lina.

Pero, ¿cómo había podido verlo? En su familia, siempre habían explicado que sólo los varones podían verlo. Esto demosttraba, que sin duda... ¡Lina era muuuuuy especial!

—Siéntete feliz de poderlo ver. Él, traerá momentos muy bonitos a tu vida —le explicó su padre.

—Pero, ¿cómo papá? ¡Si nunca se acerca a mí!

—Se acercará, Lina. Sólo tienes que saber esperar.

Después, la besó en la frente y le deseó dulces sueños.

—No te acuestes muy tarde.

La niña asintió mientras terminaba su dibujo.

Y cuando todo estaba en silencio. De pronto, la luz de su habitación se apagó  y en la ventana se iluminó una pequeña luz, como si se tratase de una luciérnaga.

Lina miró y entonces...

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.


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