miércoles, 2 de junio de 2021

RELATO INFANTIL: JON, ILÍAS Y EL TEJO MILENARIO

 

                                                                              Imagen de Google (Tejo Milenario de la Sierra de Cazorla, Jaén)


Jon tenía ocho años y vivía con sus padres en la Sierra de Cazorla, situada en Jaén.
Jon era un niño muy inquieto y le gustaba mucho la naturaleza, tanto que de mayor quería ser jardinero botánico.

A Jon le gustaba mucho ir al colegio, donde disfrutaba aprendiendo y jugando con su mejor amigo Ilías. Su colegio se llamaba “Tejo Milenario” haciendo homenaje al árbol que tenía en el patio del colegio. Era un árbol gigante, con muchas ramas y hojas y un tronco muy ancho donde los niños jugaban a menudo y se escondían.

Era lunes por la mañana cuando Marta, la profesora, y los niños estaban asomados a las ventanas de la clase y les explicaba:

—Hoy hablaremos del Tejo Milenario que tenemos en el patio. Como podéis ver es un árbol muy grande, con muchas ramas y hojas, un tronco muy ancho y unas raíces que sobresalen de la tierra. Tiene dos mil años y vivió la época del Imperio Romano, que es aquella civilización tan grande y poderosa de la que os hablé una vez, ¿lo recordáis? El Tejo Milenario es por tanto el árbol más antiguo de nuestro país.

Los niños la escuchaban con atención y fascinados porque realmente aquel árbol era espectacular.

Como cada día, a las once de la mañana, los niños salieron a jugar al patio. Como siempre hacían, Ilías y Jon se fueron al Tejo Milenario y se pusieron a jugar.
De pronto, el árbol movió una raíz y dijo:

—¡Estoy cansado de que me piséis!

—¡Ha hablado! —dijo Ilías señalando el árbol.

—No puede ser Ilías, los árboles no hablan —contestó Jon.

—¡Estoy tan enfadado que cualquier día destruiré este colegio! —dijo el Tejo Milenario moviendo sus ramas y sacando unas pequeñas garras.

—¡Tiene garras y está muy, pero que muy enfadado! —dijo Ilías asustado.

—Ilías tranquilo. Hablemos con él e intentemos comprenderlo, sus motivos tendrá para estar así de enfadado —dijo Jon.

Entonces Jon se acercó al árbol y le dijo:

—¡Hola Tejo Milenario! Guarda esas garras y cuéntanos, ¿qué te sucede?

El Tejo Milenario le hizo caso y guardó sus garras.

—Estoy muy cansado de que todos los niños os subáis a jugar en mi tronco y me piséis las raíces. Ya soy muy viejo y lo único que quiero es descansar y estar tranquilo. Hacéis tanto ruido siempre que apenas puedo dormir y eso hace que esté de muy mal humor. ¡Por eso cualquier día con mis garras destruiré el colegio!

—Pero, ¿crees que esa sería la solución? Con la violencia no conseguirás nada, es mejor pedir ayuda, hablarlo con alguien que pueda ayudarte y encontrar una solución a tu problema —le aconsejó Jon.

—Sí, es cierto. Pero es que estoy tan enfadado que sólo pienso en cosas malas —contestó el árbol.

—Te entiendo —dijo Jon.

—¿También estás triste? —le preguntó Ilías al árbol.

—Sí, pero… ¿cómo lo sabes? —preguntó sorprendido el árbol.

—Porque cada día, cuando venimos a jugar aquí, noto tu tronco húmedo y siempre veo por este lado un pequeño hilo de agua que cae hacia la tierra. ¿Son tus lágrimas entonces? —preguntó curioso Ilías.

—Sí, lloro todos los días, porque no tengo familia y estoy aquí sólo y triste, muy triste. —contestó el árbol.

Los niños se quedaron en silencio, pero de pronto Jon reaccionó se le había ocurrido una idea:

—¡Tengo una idea!,¡podemos solucionarlo!

—¿Cómo? —preguntó el árbol.

—Mi padre trabaja en el Jardín Botánico Torre del Vinagre. Puedo pedirle que te lleven allí con sus camiones, son muy grandes también —explicó Jon entusiasmado con la idea.

—Hombre, allí hay muchos árboles, arbustos y plantas muy bonitas. Seguro que estarás más tranquilo y feliz que aquí —dijo Ilías.

—Pero soy muy grande y peso mucho. No podrán hacerlo. —dijo el árbol triste.

—¡No te preocupes por eso, lo conseguiremos! —dijeron los niños.


  Imagen de Google (Tejo Milenario de la Sierra de Cazorla, Jaén)

Esa misma noche, mientras Jon cenaba con sus padres y les explicaba lo sucedido en el colegio con el Tejo Milenario, su padre dijo:

—Pero Jon, ya sabes que los árboles no pueden hablar.

—Éste sí papá. Es un árbol muy especial y está muy enfadado porque no puede dormir nunca con tanto ruido que hacemos los niños en el colegio y también está triste porque no tiene familia y está sólo, muy sólo. Es muy viejito papá, ¡tenemos que ayudarlo! —dijo Jon.

—Podríamos usar las excavadoras que tenemos en el trabajo y sacarlo de allí con mucho cuidado para no hacerle daño y luego podríamos transportarlo hasta el Jardín Botánico en un camión. ¡Lo haremos! —dijo el padre entusiasmado viendo la ilusión en los ojos de su hijo por ayudar al árbol.

Y así lo hicieron, un día se presentaron en el colegio dos excavadoras y todo lo necesario para poder sacar al Tejo Milenario del colegio. Todos los niños estaban asomados a las ventanas y se despedían del árbol:

—¡Adiós Tejo Milenario!,¡hasta muy pronto!

Al subirlo al camión, el árbol miró a todos los niños y sonrió.

Cuando llegaron al Jardín Botánico, lo bajaron del camión con mucho cuidado y lo llevaron a su nuevo hogar, una zona ajardinada preciosa llena de muchos árboles como él.

Fue entonces, cuando el Tejo Milenario comprendió que había encontrado su verdadero hogar y a su familia. ¡Ya nunca más estaría sólo!

Ahora por fin, era feliz, muy feliz y todos los niños del colegio podrían ir a verlo siempre que lo deseasen, visitando el Jardín Botánico de la Sierra de Cazorla.

                                            

                                                                       Escrito por Yolanda Martínez Duarte.

10 comentarios:

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  3. Me ha impresionado mucho y me ha gustado más,y lo que más me ha gustado que lo situes en Cazorla.

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    1. ¡Muchas gracias por tu opinión y comentario Pilar! Me alegra mucho saber que te ha gustado😊

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  4. Precioso relato, muy original y con un fondo muy tierno. Seguiremos pendientes para la próxima aventura. Un saludo

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  5. ¡Me alegra mucho saber que te ha gustado! Muchisimas gracias por tu opinión y comentario Abel😊

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  6. Wow me ha encantado el relato, con qué emoción los niños ayudan a ese árbol que cobra vida propia. Que bonito cómo le ayudan a encontrar un hogar y una familia. Un sin fin de valores recogidos en las lineas de tu relato Yolanda. Con ganas de leer más 😊🤩

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    1. ¡Hola Verónica! Muchísimas gracias una vez más por tu comentario y tu opinión. Si al cobrar vida el árbol damos un toque de fantasía al cuento y eso a los niños les gusta mucho ;-) y entre todos esos valores que me comentas que ves reflejados en este cuento, uno de los más importantes es "el respeto hacia los mayores" :-) un abrazo muy fuerte y ¡hasta la siguiente aventura! ;-)

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  7. Precioso!!, cuánto valor se le da a escuchar y hacer razonar a que de nada sirve la violencia para poder arreglar las cosas, y como ayudan. Es precioso

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