lunes, 14 de marzo de 2022

NATHAN

Nathan, era un joven francés de veintinueve años. Por motivos de trabajo decidió trasladarse a Londres. Allí, dedicaba la mayor parte del tiempo a trabajar como conservador de arte, disfrutaba restaurando y conservando obras de arte. Era autónomo y trabajaba para diferentes galerías y museos.


Imagen de Google

A parte de trabajar, el joven disfrutaba muchísimo viajando de un lado a otro con sus amigos: Emily, Sophie y Thomas. Ellos, fueron las primeras personas que conoció al llegar a Londres y lo acogieron muy bien haciéndolo sentir como en casa. ¡Les tenía un cariño muy especial!

En uno de los viajes que hicieron a España, visitaron Granada donde conoció a Jorge, un joven muy atractivo que lucía una bonita melena, perfectamente peinada, de color castaño claro con discretas mechas rubias. ¡Quedaba perfecta con su mirada! Unos ojos excesivamente expresivos de un tono marrón miel.

Pero, en realidad lo que más llamó su atención, fue su forma de vestir, era algo estrafalaria.

—¡Oh, là, là! —exclamó la primera vez que lo vio.

—¿Qué te pasa Nathan? —le preguntó Emily.

Pero, éste ni contestó, estaba demasiado embobado mirando a Jorge, que caminaba hacia donde ellos estaban mirando un mapa buscando algo interesante que visitar.

—No te contestará, está hipnotizado por ese hombre tan buenorro que se acerca por allí —dijo Sophie señalando a Jorge.

—¡Oui! —contestó al fin Nathan.

Y entonces, Jorge llegó a ellos y viendo que tenían complicaciones con el mapa, decidió parar a ayudarlos.

—¿Os puedo ayudar? —preguntó.

—¡Ouiii! —contestó con descaro Nathan.

Él, era siempre así, lanzado y decidido. A menudo, se dejaba llevar por sus impulsos, algo que le había traído problemas en más de una ocasión.

—Andamos un poco perdidos —comentó Thomas.

—¿Qué queréis visitar? —preguntó Jorge.

—¡Tu cuerpo! —contestó Nathan espontáneamente.

—¿Perdona? —preguntó Jorge extrañado.

—No hagas caso, a veces delira, trabaja demasiado —dijo Emily echándole una mirada fulminante a su amigo.

Nathan, comprendió que debía comportarse.

—Os recomiendo visitar La Alhambra —dijo señalando en el mapa con un bolígrafo que había sacado de su bolsillo —. ¡Es preciosa!

Los demás, asintieron y prestaron atención a las indicaciones que Jorge les daba para que pudieran llegar sin problemas. 

Al despedirse, Nathan le cogió el bolígrafo y agarrándolo de la mano, apuntó su número de teléfono en ella.

—Llámame. Estaremos unos días por aquí y me gustaría conocerte un poco más.

Jorge permaneció en silencio y sonrió. ¡Jamás le había pasado algo así!

Al llegar, a su habitual clase de Arte, donde le esperaban sus alumnos, lo primero que hizo es anotar el teléfono de Nathan en un papel. Después inició su clase.

Con el paso de los días, Jorge decidió llamar a Nathan.

—¿Dis-moi?

—Hola Nathan, soy Jorge.

—Hombre Jorge... ¡te has animado a llamarme! —mostró alegría Nathan.

—Sí.

—¿Qué te parece si merendamos juntos esta tarde? —propuso Nathan.

—Vale. Conozco una cafetería que está muy bien.

—¡Vayamos allí pues! 

Acordaron un punto de encuentro y quedaron en verse a las cinco de la tarde.

Durante la merienda, estuvieron hablando todo el tiempo, tenían muchas cosas en común y al dedicarse los dos al mundo del arte, no faltó tema de conversación en ningún momento. ¡Congeniaron muy bien!

Y decidieron seguir viéndose los siguientes días hasta que Nathan tuviera que volver a Londres.

Jorge, estaba contento con la amistad que había hecho con Nathan. Pues, se sentía muy cómodo y se había dado cuenta de que con él, podía hablar de todo. Algo, que hacía muchísimo tiempo, Jorge no conseguía hacer con nadie, pues lo habían defraudado ya muchas veces y se había vuelto cada vez más reservado. 

Lo que jamás habría imaginado, es lo que sucedió el último día que se vieron.

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.





4 comentarios:

  1. Tiene buena pinta el relato, espero que tu imaginación y facilidad de palabra lo Haga un hermoso y entretenido relato. 👏👏🥰💜

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    1. ¡Muchísimas gracias por tu apoyo incondicional guapísima!🤗🤗

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