miércoles, 23 de marzo de 2022

NATHAN (3ª PARTE)

Con el paso del tiempo, aprendieron a sobrellevar esa distancia y esa soledad, que les producía el echo de no tener cerca a la persona que amaban. ¿Cómo? Compartiendo llamadas y videollamadas todos los días.

Solo así, conseguían sentirse cerca y el amor que había entre ellos iba creciendo cada vez más. 

Habían acordado verse de nuevo en navidad. Esta vez, sería Jorge quien viajaría a Londres.

Y así fue, cuando éstas llegaron, Jorge cogió un avión que lo llevaría junto a su amado. 

Al llegar, se demoró cogiendo su equipaje mientras Nathan lo esperaba ansioso, observando a todos los pasajeros que aparecían por la puerta de salida.

—Amor mío, ¿¡dónde estás!? —susurraba nervioso.

Y de pronto... ¡APARECIÓ!

A Nathan se le iluminaron los ojos al verlo. ¡Qué atractivo estaba con aquella sonrisa tan perfecta que tenía y aquel traje a cuadros que había escogido para la ocasión!

Ambos, corrieron a su reencuentro y se abrazaron y besaron infinitas veces.

—¡Como te he echado de menos! —exclamó Jorge mientras seguían abrazados.

—¡Y yo! 

Tomaron un café antes de ir a casa de Nathan.

—¡Mis padres están deseando conocerte! —comentó Nathan.

—Pero, ¿ya les has hablado de mí?

—Por supuesto —contestó con una sonrisa picarona —. De echo, han venido a pasar las navidades a Londres para poderte conocer. ¡Cuentan contigo para las comidas y cenas familiares que haremos estos días en su apartamento!

—¿Ellos también tienen un hogar aquí?

—Oui. Se lo compraron al poco tiempo de venirme a vivir —se encogió de hombros—. Ya sabes, los padres siempre se preocupan por los hijos...

—¡Cierto!

A estas alturas de la relación, nada podía sorprender a Jorge. Pues, con Nathan las cosas eran así... ¡Improvisadas! Por lo que Jorge ya empezaba a estar acostumbrado a este tipo de sorpresas e imprevistos. Pero, eso no le molestaba porque lo amaba por encima de todo y, lo único que deseaba era estar a su lado y verlo feliz.

Después del café, se fueron directos a casa de Nathan. Vivía en un estudio precioso, estaba  decorado con mucho gusto: el suelo era de madera, sillas con estampados discretos y colores suaves, alfombras que hacían el hogar más acogedor y un gran ventanal en el salón-comedor que proporcionaba una luz natural maravillosa. Todo estaba perfectamente ordenado y recogido. ¡Estaba claro que Nathan era un maniático del orden y la limpieza!


Imagen de Google

Lo primero que hizo Jorge fue  dejarse caer en el sofá.

—¡Estoy agotado! —exclamó.

Y justo en ese momento, Nathan apareció por detrás, apartó la melena de Jorge y besó su cuello diciéndole dulcemente:

—Me temo que tienes poco tiempo para descansar pues Emily, Sophie y Thomas están deseando verte y hemos quedado para comer.

Ese, fue de los pocos momentos que se permitió un respiro. Porque el resto de los días, estuvieron muy ocupados visitando a los amigos de Nathan, conociendo la ciudad y cumpliendo con las comidas y cenas familiares. 

Parecía que Jorge había encajado perfectamente con la familia de su pareja. ¡Eran todos muy amables! Habían quedado encantados con su actitud tranquila y madura. Decían, que la pareja se complementaba muy bien. Ya que la tranquilidad de Jorge equilibraba la parte más loquilla e inquieta de Nathan. 

Pero, los días pasaron demasiado rápido, las navidades habían llegado a su fin y Jorge debía regresar a Granada, donde lo esperaban sus alumnos de arte.

A su vuelta, contó con una nueva alumna en la escuela. Se trataba de Manuela, una joven de ojos azules que prometía ser una gran artista.

Jorge, se dio cuenta de ello enseguida. Desde el momento en que vio como manejaba los pínceles y con que habilidad repartía los colores en su lienzo creando verdaderas maravillas.

Ella, se mostraba tímida y reservada. Pero, sin duda su interior tenía mucho qué decir.

Jorge y la joven congeniaron muy bien desde el principio y ella, poco a poco, fue quitándose ese caparazón que traía y compartiendo parte de su mundo interior con él.

Por otro lado, cabía decir que la relación entre Jorge y Nathan iba viento en popa a pesar de que ya habían aparecido las primeras crisis de pareja. Y justamente, éstas habían coincidido con la aparición de Manuela en la vida de Jorge.

—¿Cuántas veces tengo que repetirte que es sólo una amiga? —mantenía la calma Jorge mientras hablaba con Nathan por teléfono una noche del mes de abril.

—¿Y ella lo sabe?

—¡Claro que sí Nathan! —entornó los ojos por un momento —. Es una joven de veinticinco años con ganas de volar y ver mundo, en lo que menos piensa en estos momentos es en tener pareja.

—No sé yo, ¿eh? —insinuó Nathan.

—Confía en mi. ¿De acuerdo? —dijo finalmente Jorge dando por finalizada la conversación.

Últimamente, Nathan había sacado a la luz su faceta más celosa y aunque Jorge mantenía la calma e intentaba sobrellevarlo, reconocía que era agotador y agobiante. Hasta tal punto, que por momentos se sentía "asfixiado".

¿Se plantearía Jorge poner fin a la relación? O, ¿Seguiría adelante a pesar de los celos de Nathan?

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.

3 comentarios:

  1. Gran relato y real como la vida misma. Lleno de detalles y descripciones que nos trasladan a vivir casi en primera persona tu narración. Enhorabona, de nuevo, por tu evolución como escritora, poco a poco te vas reafirmando en tu meta, haciendo realidad tu hermoso y deseado sueño. Pa'lante preciosa!! 👏👏😘💜🫂

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  2. Increíble como te superas cada día, que detalles , que imaginación y que dulzura...enhorabuena 👏

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  3. Tremenda esta parte de la historia, que emoción, ¿qué pasará si Nathan siguebmostrándose tan celoso? Esperando leer másssss jeje

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