miércoles, 30 de marzo de 2022

NATHAN (EL FINAL)

Últimamente, Nathan había sacado a la luz su faceta más celosa y aunque Jorge mantenía la calma e intentaba sobrellevarlo, reconocía que era agotador y agobiante. Hasta tal punto, que por momentos se sentía "asfixiado".

¿Se plantearía Jorge poner fin a la relación? O, ¿Seguiría adelante a pesar de los celos de Nathan?

Pero, los meses iban pasando...

Llegó Junio y con él nuevos proyectos para Jorge y Nathan.

Un día, mientras Jorge almorzaba, sonó su teléfono:

—¡Bonjour mon amour!

—¡Hola querido! —dio un sorbo a su café —. ¿Cómo estás?

—¡Emocionadísimo! ¡Tengo muy buenas noticias!

—¿De que se trata? 

—¿Recuerdas que estaba trabajando para un cliente muy importante aquí en Londres?

—Ahá —asintió Jorge.

—Pues, resulta que ha comprado una nueva galería y busca un profesor de arte que forme a nuevos artistas y utilice su galería para exponer los cuadros que éstos realicen.

—Tiene buena pinta... —lo interrumpió Jorge.

—¡Síííí! Les he hablado de ti y quieren conocerte —exclamó Nathan.

Jorge permaneció en silencio, estaba sorprendido y no sabía que decir la verdad.

—Podríamos pasar este fin de semana juntos y el lunes, podríamos hacer un café con ellos para que te conozcan mejor. ¿Qué te parece?

—Está bien, iré.

Aquella misma tarde, al terminar las clases de arte, Jorge pidió a Manuela que se quedara un momento pues quería compartir con ella la gran noticia de su nueva oportunidad en Londres.

—¡Quiero que te vengas conmigo! —le propuso a la joven.

Ella, se quedo muy sorprendida y aunque deseaba vivir esa nueva experiencia junto a él, fue realista y comprendió que no sería posible pues sus padres no la dejarían marchar.

Pero, una vez más Jorge, que se había convertido en su apoyo incondicional, la animó a coger las riendas de su propia vida y hacer lo que realmente la hiciera feliz.
Así que, la joven finalmente aceptó su propuesta.

Aquella semana, Jorge andaba ajetreado preparándolo todo para su fin de semana en Londres. Estaba algo nervioso, si todo salía bien, este nuevo proyecto cambiaría su vida por completo. ¿Estaba realmente preparado para convivir con Nathan? ¿Sería capaz de hacerse cargo de la galería de arte? 

La noche del viernes, cogió un avión que lo llevaría de nuevo junto a su amado. Como era habitual, éste fue a buscarlo al aeropuerto y el reencuentro fue tan especial como siempre.


Imagen de Google

—¡Mon amour que alegría verte de nuevo!

Una vez en casa de Nathan, cenaron y después se acomodaron en el sofá y conversaron sobre las últimas novedades en sus vidas.

—Hablé con Manuela sobre todo esto y...

—¿No me digas? —lo interrumpió Nathan mostrándose de nuevo celoso.

—Por favor Nathan, ¿vas a empezar de nuevo? —Jorge entornó los ojos —. Le he propuesto que se venga y forme parte también de este maravilloso proyecto.

—¿Cómo? ¿Qué has hecho qué? —dijo furioso Nathan.

Entonces, se puso de pie y empezó a pasear de un lado a otro sin parar —. Pero, ¡este trabajo es para ti, no para ella!

—Y lo sé. Ella será mi alumna, vendrá a seguir aprendiendo y formándose como artista —sonrió y un brillo especial se posó en su mirada —. ¡Tiene talento! Aquí tendrá más oportunidades que en Granada, podrá exponer sus trabajos y darse a conocer.

—Pero... —lo interrumpió Nathan.

—Pero, ¡NADA! —lo volvió a interrumpir Jorge —. A todos nos dieron una primera oportunidad cuando empezamos en este mundillo. ¿No es así? —Nathan asintió con la cabeza —. Pues, ahora es el turno de Manuela. ¡Tenemos la oportunidad de ayudarla! ¿Por que no hacerlo?

—Veo que lo tienes muy claro. —dijo resignado Nathan.

Entonces, volvió a sentarse en el sofá, dejándose caer rendido y desplomado como si hubiera sido vencido en una batalla.

Jorge, empezó a acariciar su oreja y Nathan lo miró de reojo no pudiendo evitar sonreír. Jorge, le devolvió la sonrisa y después se entregaron en cuerpo y alma a un beso muy tierno.

—Si no fuera por esos celos, serías perfecto —le susurró Jorge.

—Anda, calla tonto —contestó Nathan y se dejó llevar, abalanzándose sobre su compañero envuelto de pasión y deseo.

A la mañana siguiente, amanecieron tumbados en el sofá, desnudos y abrazados. Los primeros rayos de luz, recaían sobre ellos y los cabellos de Jorge se tornaron de una tonalidad dorada y brillante. ¡Era espectacular!

¡Aquella escena si que podía considerarse una verdadera obra de arte!

Al despertarse, sus miradas se cruzaron, hablaban por si solas. Nathan, acariciaba un mechón del cabello de su pareja con suavidad y fue entonces cuando Jorge le susurró:

—Te amo.

Nathan, sonrió, lo besó y se acurrucó en su pecho sintiéndose pleno y feliz.

El lunes, Jorge y Nathan asistieron al café con Louis, el cliente importante del que había hablado Nathan. Todo fue según lo previsto. Jorge, se había mostrado tal cual, con naturalidad y transparencia cosa que a Louis, le había encantado.


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Después de tres horas y media de reunión... ¡Jorge estaba contratado!

A su vuelta a Granada, estaba deseoso de compartirlo con Manuela. Así que, aquella misma tarde, durante la clase mientras ella pintaba su lienzo, Jorge se acercó para ver como pintaba y en un susurro le dio la gran noticia.

—¡Nos vamos a Londres!

Ella, dejó de pintar y con un brillo especial en sus ojos lo miró y sonrió feliz.

Y así fue, como aquel 1 de julio, cogieron un avión con destino a Londres.

—¡Soy libre! —susurró Manuela.

Jorge, la miró, la cogió de la mano y le dijo:

—¡Lo eres querida!

Permanecieron cogidos de la mano durante todo el viaje. Manuela, estaba radiante y feliz. 

A su llegada, los recibió Nathan, que enseguida se lanzó a los brazos de Jorge y lo besó.

Manuela se ruborizó. Acababa de descubrir que Jorge... ¡era gay! Y en ese instante, comprendió muchas cosas.

—Ella es Manuela —la presentó Jorge.

—Disculpa querida, tenía tantas ganas de verlo... —comentó Nathan con una sonrisa picarona.

Jorge, lo miró de reojo incrédulo a sus palabras. Él sabía con certeza, que Nathan había actuado de ese modo para dejar claro a la joven que su chico ya estaba "cogido".

Pero, Manuela fue mucho más inteligente y respetuosa.

—Encantada de conocerte Nathan —lo saludó dándole dos besos.

Jorge, se alegró de que Manuela tomara con total naturalidad aquella nueva situación. La miró y entonces se cruzó con aquellos preciosos ojos azules que también lo miraban, ambos sonrieron y comprendieron que nada ni nadie podría arrebatarles jamás aquel vínculo y aquella magia tan bonita que los unía desde aquella tarde que se conocieron por casualidad en Granada. 

¿Habría sido el destino? Cosa del destino o no... ¡era algo maravilloso!

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.


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