domingo, 6 de marzo de 2022

MANUELA (4ª PARTE)

 —Es curioso... —susurró Jorge que estaba detrás de Manuela observando su lienzo.

—¿Por qué? —preguntó Manuela mientras seguía pintando.

—Prefiero que lo aprecies cuando hayas terminado y puedas verlo con tus propios ojos —propuso Jorge.

Y después, se alejó para ver el resto de creaciones.

—A medida que vayáis terminando, podéis retirar la venda de vuestros ojos y apreciar vuestras obras de arte —indicó el profesor.

Y así fue, poco a poco todos fueron terminando y al observar el resultado de sus pinturas, muchos quedaron sorprendidos.
Cuando llegó el turno de Manuela, se quitó la venda lentamente temerosa de que no le gustase el resultado.

Pero, cuando lo vio... ¡se quedó fascinada!

El profesor, la observaba curioso desde la distancia contemplando el brillo de sus ojos mientras miraba su obra.

Rocío, se acercó enseguida a su amiga y la felicitó:

—¡Es precioso!

—Gracias Rocío. ¿Has visto esto? —señaló una esquina del lienzo donde se apreciaba una larga línea negra —. ¡El látigo!

Rocío, la miró y después la abrazó. Comprendió al instante lo que su amiga quería decirle.


Imagen de Google

—¿Estáis contentos con el resultado?

La mayoría asintieron con la cabeza, otros guardaron silencio.

—¿Os sentís identificados con lo que habéis pintado?

Fue en ese momento, en el que varios alumnos dieron su opinión:

—Yo sí. He usado colores alegres y creado una obra con mucho movimiento y realmente es así, es como me siento en estos momentos: motivada, feliz y alegre pues estoy en un momento muy bonito de mi vida —explicó Celia.

—Yo, sin embargo, estoy pasando por un momento complicado en casa, mi padre está enfermo y me doy cuenta de que lo he reflejado perfectamente haciendo una pintura pequeña y muy discreta con colores oscuros y tristes —explicó Julián.

—¿Y por qué crees que tu pintura ha quedado pequeña y discreta? Normalmente, eres mucho más expresivo en tus obras —preguntó Jorge.

—Porque hoy mi alma está triste y apagada.

—¡Eso es! Los artistas nos movemos por el alma y ésta dará lugar a un tipo de creaciones u otras —afirmó Jorge.

Viendo que nadie más se animaba a comentar su obra, Jorge animó a Manuela a hacerlo.

—Manuela, tu obra me ha parecido muy curiosa. ¿Te gustaría compartirla con nosotros?

La joven, se sonrojó y agachó la mirada tímida.

—Sólo si estás preparada para hacerlo, sino no hay problema. Es tu primer día y entendemos que no es fácil —dijo Jorge.

Para sorpresa de todos, Manuela se levantó, cogió su lienzo y lo mostró.

—¡Oh! —exclamaron la mayoría de sus compañeros.

—Este unicornio, simboliza mi libertad. Una libertad que no tengo en mi vida pero que ansío conseguir. Hoy, aquí soy libre y eso me llena de satisfacción y felicidad —explicó la joven.

Decidió no hablar del látigo. Para su sorpresa, Rocío empezó a aplaudir y la siguieron todos sus compañeros.

—¡Muy bien Manuela! —la felicitó el profesor.

Al terminar la clase, Manuela se fue corriendo pues su padre estaba a punto de llegar para recogerla de sus clases de labores del hogar.

Llegó justo a tiempo, su padre aún no había llegado.

Mientras lo esperaba, miró al cielo y aquella tarde le pareció estar más despejado que nunca.


Imagen de Google

El sonido de un claxon la hizo sobresaltarse. Y enseguida descubrió que se trataba de su padre.

—¡Hola papá! —lo saludó al subirse al coche.

—Parece que hoy te han ido muy bien las clases.

—Sí —contestó sin entrar en detalles.

Pasaron dos días y... ¡llegó el sábado!

Los padres de Manuela, estaban como locos de alegría porque por fin su hija conocería a su futuro marido.

Su madre, la despertó temprano para que se diera un baño de espuma para que las facciones de la joven se mantuvieran relajadas y lucieran más hermosas. Cosa con la que Manuela discrepaba pues no estaba nada de acuerdo con su unión obligada con Miguel. 
Después del baño, su madre la ayudó a vestirse con un precioso vestido y la peinó.

Cuando Manuela se miró al espejo refunfuñó diciendo:

—¡Esta no soy yo!

—¿Le encantarás! —exclamó su madre orgullosa con el resultado.

—Pero, es que no le quiero encantar. ¿No lo entiendes mamá? —hizo un pequeño silencio hasta soltar algo que llevaba mucho tiempo rondando por su cabeza —. ¿A caso a ti te obligó el abuelo a casarte con papá?

La madre, no contestó.

—¿Ves? ¡Lo sabía! Tu pudiste elegir con quién casarte y yo sin embargo tengo que acatar vuestras órdenes.

—Manuela, por favor...

—¡Ya estoy harta mamá!

—¡BASTA YA! —intervino su padre desde el umbral de la puerta.

Manuela, no tuvo otra opción que guardar silencio.

—Miguel y sus padres están a punto de llegar y no es momento de que saques los pies de tiesto —dijo su padre con firmeza.

Una vez todos listos, permanecieron en el salón-comedor esperando la llegada de los invitados.

Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.

2 comentarios:

  1. Esta chica no se casa con Miguel jeje
    Al final pondrá a sus padres en du sitio jeje

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  2. Me pone la piel de gallina cuando Manuela decide hablar sobre su primera obra de arte 😊 y me indigno con la actitud de sus padres, que se empeñan en escoger a su futuro marido... Que ganas de seguir leyendo másssss 🤩

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