Música de fondo, suena la canción Hijo de la Luna de Mecano, nos trasladamos a los años ochenta y nos dejamos llevar por esa melodía que acompañada de una voz suave, tierna y dulce nos cuenta, una historia que probablemente ruborizó a más de uno en aquellos años.
Dejémonos llevar y escribamos pues.
Paseando por la vida, a veces sin ver nada y otras viéndolo todo, a veces corriendo y otras parada, descubro que quien se deja llevar en la vida disfruta de verdad de ella.
Vivimos condicionados a: las manecillas del reloj, a los "plannings" semanales, las notas de agenda en el móvil y un largo etcétera.
¿Y por qué no vivir condicionados a la espontaneidad e improvisación? Todo sería más llevadero y divertido, tendríamos motivación por levantarnos por las mañanas, ansiosos por saber que nos depara ese nuevo día.
A veces, resulta necesario seguir nuestros pasos sin rumbo y romper con lo establecido. Y aunque, soy consciente de que esto a menudo resulta imposible, ¿por qué no intentarlo? ¡Volvamos a ser niños!
Sí, sí a vivir sin prisas, a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida y sobre todo a dejarnos llevar por nuestro YO INTERIOR más que por el qué dirán los demás.
Recordemos, que la vida sólo se vive una vez y que estamos en ella de paso. ¡Gocemos de nuestra propia libertad siempre que sea posible y sin dañar a los demás! Y aprendamos al mismo tiempo, a mirar más por nosotros mismos, porque también es necesario cuidarnos y mimarnos. ¿Por qué? Porque sólo si estamos plenos al cien por cien con nosotros mismos, podremos estarlo también con los demás.
Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.
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