Ella, una joven adolescente incomprendida, pasaba las horas sentada en aquel banco. Allí se sentía segura y a menudo, reflexionaba y se refugiaba de sus días más grises.
Ella, era una adolescente con las ideas muy claras y desde
bien pequeña soñaba con ser pintora de cuadros en París. Pero, en casa todos
rechazaban la idea.
—Déjate de tantos pajaritos y céntrate, pues deberás seguir
nuestros pasos con el negocio familiar —le decía constantemente su madre.
Aquello, la entristecía enormemente y entonces se sentaba en
aquel banco, donde era capaz de olvidarse de todo aunque fuera sólo por un
instante.
Desde allí, podía apreciar escenas muy bonitas. Desde aquella
anciana dando de comer a los gatos callejeros, pasando por aquel niño que
aprendía a ir en bicicleta con la ayuda de su padre, hasta llegar a aquella
pareja de enamorados que se miraban con un brillo especial en los ojos.
Pero, aquel día fue diferente. Ya había oscurecido cuando
cerró los ojos por un momento soñando que estaba en París presentando su
primera colección de cuadros en una galería de arte. Pero… ¡algo la
interrumpió!
Una luz intensa sobre su rostro, hizo que abriera los ojos de
golpe y entonces… ¡descubrió la magia de los colores! ¡Había llegado la Navidad
y la decoración del barrio se había iluminado por primera vez!
Aquello, la invadió de nostalgia y le hizo recordar un momento
de su infancia que no olvidaría jamás.
Era una niña, tenía apenas cuatro años y deseaba tener una
muñeca Nancy, de esas tan bonitas repletas de complementos y ropa. Pero, sus padres
siempre le decían:
—Seguramente, los Reyes Magos no puedan traértela pues esas
muñecas son muy caras.
Ella nunca perdió la esperanza en sus tres Reyes Magos y
cuando llegó la noche más mágica del año, les puso comida y agua bajo su árbol
navideño.
A la mañana siguiente, se despertó y bajó de la cama corriendo
ilusionada por abrir sus regalos. Su abuela, vivía con ellos y como siempre,
había sido la primera en levantarse y ya tomaba su habitual café matutino
sentada en su butaca junto a la ventana.
—Mira a ver qué te han traído los Reyes mi niña —le dijo.
La pequeña, se acercó al árbol, cogió el único regalo que
había para ella, fue junto a su abuela y lo abrió.
—¡Una Nancy abuela! ¡Es una Nancy! —brincaba la pequeña al descubrir
su regalo.
—Ven acércate un momento pequeña.
La niña se acercó a su abuela, ésta sonrió feliz y rodeando la
cara de su nieta con sus manos, le dijo:
—¡Todo es posible mi niña! ¡Nunca pierdas la esperanza en todo
aquello que desees porque sólo así los sueños se hacen realidad!
Al recordar aquello, la adolescente no pudo evitar emocionarse
y una lágrima cayó discretamente por su mejilla y comprendió cuanta falta le
hacía su abuela, la única que siempre la había apoyado.
—¡Por ti cumpliré mi sueño abuela, pase lo que pase! —susurró
la joven.
Se levantó, dispuesta a volver a casa. Pero, esta vez firme y
segura de si misma. Nada ni nadie la detendría, era su vida y su sueño, nadie
podía decidir por ella.
Escrito por: Yolanda Martínez Duarte.
Que importante es creer en algo ....precioso
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo Marideerre, ¡es importantísimo!🤗🤗
EliminarOoohhh me ha encantado!! Esa figura de la abuela apostando por su nieta, motivándola a luchar por sus sueños!! Si señora!!
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