REFLEXIÓN SOBRE EL DIVORCIO

Dos personas que se quieren y son afines durante cinco, diez, quince o veinte años, o incluso más.
Dos personas, que se aman y se entregan el uno al otro dando todo lo mejor de si mismos.
Dos personas, que se cogen de la mano para compartir un mismo camino y construir una vida en común.

Pero, de pronto algo sucede y... ¡Todo termina! Se divorcian o se separan y entonces las cosas dejan de ser como antes, pueden ir relativamente bien o muy mal. 

Y por ello, es necesario hablar de dos tipos de separaciones o divorcios:

Por un lado, el divorcio amistoso donde existe un mutuo acuerdo y se da cuando ambas partes quieren romper su vínculo matrimonial. En este caso, normalmente todo suele ser más fluido y sin apenas percances, me refiero a discusiones y demás. Con lo que los hijos, en caso de que los haya, salen mejor parados en el sentido de que todo el proceso se lleva con más naturalidad y civismo y por tanto no tendrán que presenciar conflictos o discusiones fuertes entre sus padres. Por tanto, esos hijos tampoco se convertirán en una moneda de cambio al ser respetados por sus padres y por tanto, tampoco se convertirán en marionetas en manos de ninguno de los dos. Porque al haber una relación correcta entre ellos, su mayor prioridad será el bienestar de sus hijos que al final, es lo único que los mantendrá unidos.

Este tipo de separaciones, demuestra que las cosas pueden ir bien después de un divorcio y esto me parece esperanzador y todo un éxito, porque, el bien de los hijos es algo muy necesario. Y aunque siempre habrán diferencias entre esa pareja divorciada, tengo que felicitar a este tipo de personas por su saber estar, por su capacidad de moralidad y ética, por el respeto que demuestra ante su ex pareja e hijos... porque si algo me parece coherente, es respetar a la persona con la que se convivió tantísimos años y se amó probablemente más que nada en este mundo.

Por suerte o desgracia, este tipo de divorcios no es el más habitual. 

Existe otro que por desgracia, se da más a menudo. Os hablo de él a continuación.

Por otro lado, existe el divorcio contencioso que se da cuando el cónyuge solicita el divorcio sin consentimiento del otro. En este caso, ya se prevé que las cosas no serán fáciles porque probablemente exista una mala relación de pareja. Cosa que, lo dificultará todo y por tanto, los mayores perjudicados, como siempre serán los hijos, en caso de que hayan. Éstos, se acabarán convirtiendo en moneda de cambio para los padres, además de un foco de chantaje y tensiones. Porque en estos casos, muchos padres actúan sobre los hijos, sin respetarlos ni teniendo en cuenta su opinión o punto de vista ante ciertas situaciones o momentos. 
Lo único que harán, es manipularlos para malmeter y ponerlos en contra de su ex pareja.

Y esto, sinceramente es algo que siempre me ha entristecido mucho y me ha parecido mal. ¿Qué culpa tienen ellos de la separación de sus progenitores? NINGUNA.

Y así es, que a partir de situaciones como ésta se deshacen muchas familias y muchos de esos niños que han vivido una separación o divorcio contencioso en sus padres, se acaban convirtiendo en adultos con: problemas psicológicos, trastornos de personalidad, problemas de sociabilización, baja autoestima, etc. 

Porque así es, todo lo que unos padres aporten a sus hijos de pequeños, sea positivo o negativo, pasará factura más adelante influyendo en su vida adulta. Pero, este tema lo trataré otro día en otra reflexión.

Y así es, como un tema tan actual como el divorcio o separación de una pareja puede dar tanto de qué hablar.

Yo, sinceramente respeto muchísimo a las personas que deciden dar este paso y las felicito por ser tan valientes y capaces de cambiar su situación.

Porque, cuando una persona deja de ser feliz al lado de su pareja, no debe permanecer allí si ello le produce malestar o amargura. Porque, para ser un amargado/a en la vida y no dar calidad de vida a las personas que le rodean y le quieren, mejor tomar una decisión y volver a recuperar aquello que se tuvo un día, aquello llamado FELICIDAD y AMOR.

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Escrito por: Yolanda Martínez Duarte