Un día, mientras desayunábamos, Susana recibió una llamada:
—Asociación
“Una nueva vida para ti”, ¿dígame? —contestó Susana.
—¡Buenos
días! Mi nombre es Ana, nos gustaría adoptar un galgo y hemos visto uno muy
bonito en su página web y estamos interesados en conocerlo personalmente —dijo
Ana.
—¿Recuerda
el nombre del galgo que le gustó? Es que en estos momentos, tenemos muchos
galgos en adopción y así podría decirle si en estos momentos está disponible o
no —contestó Susana.
—Sí, se
llama Forky —dijo enseguida Ana.
—Forky es
una maravilla de galgo. Sí, lo tenemos disponible. Deberíamos quedar primero
para hacer una pequeña entrevista y así conocernos. A la hora de dar un galgo
en adopción procuro asegurarme que será compatible con la familia y el lugar
donde vivirá, es muy importante —explicó Susana.
—Sí, sí por
supuesto. ¡Lo entendemos perfectamente! —dijo Ana.
Y así lo
hicieron, quedaron una tarde en el despacho de la Asociación. Susana me llevó
con ella para tener un primer contacto con la familia y ver qué tal.
—¡Buenas
tardes! —los saludó Susana cuando llegaron.
—¡Hola!
—dijo la familia.
Se trataba
de Ana, su marido Raúl y su hija
Patricia de ocho años, ¡qué ilusionada estaba con la idea de tener una mascota!
Al principio
permanecí sentado junto a Susana, aquellas personas eran desconocidas para mí y
yo al principio siempre era muy desconfiado.
—¡Es
precioso! —dijo Ana mientras se sentaban para iniciar la entrevista.
—Sí lo es.
Forky es un perro muy bueno la verdad, es muy tranquilo. Le gusta salir a
pasear, dormir en el sofá y recibir muchos mimos, es muy cariñoso cuando coge
confianza. Su vida no ha sido fácil, como podréis imaginar, así que necesita de
una familia comprensiva y paciente que sepa aceptarlo con sus miedos y traumas
—explicaba Susana.
—¡Nosotros
estamos dispuestos a respetarlo y quererlo mucho! Patricia quiere tener una
mascota y pensamos que ésta sería la mejor opción —explicó Ana.
—Me parece
muy bien la verdad. ¿Tenéis jardín en casa? A Forky le gusta salir a la terraza
a tomar el sol, así que necesitará un pequeño espacio exterior —comentó Susana.
—Sí, tenemos
un jardín muy grande. Vivimos en una casa a las afueras de la ciudad —contestó
Raúl.
—¡Perfecto!
Me gustaría visitar vuestra casa para asegurarme que es el lugar adecuado para Forky. Disculpad la
rigurosidad de todo el proceso, pero es que antes de dar en adopción a uno de
nuestros galgos me gusta asegurarme de que lo hacemos correctamente. Pensad que
la mayoría de estos perros han pasado por abandonos y eso les crea mucha
inseguridad y miedos. No estoy dispuesta a que vuelvan a vivir la experiencia y
por ello me aseguro mucho antes de entregarlos en adopción a una familia.
Espero, sepáis comprenderme —explicó Susana.
—¡Sí y
tanto! Entendemos que no debe ser fácil. ¡Pobrecitos por todo lo que llegan a
pasar! —dijo Ana entristecida.
Aquella
familia era buena y tenían buenas intenciones, lo percibí mientras hablaban con
Susana. Así que, me acerqué a Patricia y le lamí la mano. La niña se puso tan
contenta que no pudo evitar lanzarse a darme un abrazo. Yo contento movía la
cola como nunca antes la había movido.
—¡Parece que Forky también os ha escogido! —dijo Susana muy contenta.
Estaban todos muy contentos y Patricia quería llevarme ese mismo día a su casa, pero sus padres le explicaron que primero Susana y yo debíamos conocer su casa para ver si era el lugar adecuado para mí.
Esa misma
tarde, se despidieron y quedamos en volver a vernos en unos días.
¡Y llegó el
gran día!
Susana me
subió en su coche.
—¡Vamos
campeón a conocer tu nuevo hogar! ¡Pronto tendrás una nueva familia! —me decía
mientras me arrascaba por detrás de las orejitas, ¡cómo me gustaba!
Cuando
llegamos a casa de Patricia y sus padres, nos esperaban en la puerta,
ilusionados y esperanzados de que su hogar fuera adecuado para mí y así
pudieran adoptarme.
La casa era
preciosa y tenía un gran jardín que la rodeaba. Enseguida me tumbé en el césped
y Patricia empezó a acariciarme. Los adultos, permanecían de pie contemplando
la escena.
—¡Ojalá,
podamos adoptar a Forky! Porque Patricia está muy ilusionada y contenta con él
—decía Raúl.
—Después de
ver vuestra casa y este precioso jardín, no tengo duda alguna de que es el
lugar perfecto para Forky. Sólo hay que ver lo feliz que está —dijo Susana
emocionada de verlo así de radiante. ¡Cómo había cambiado desde que Antonio lo
rescató de aquellos campos!
—¿Es nuestro
entonces? —preguntaron los padres de Patricia.
—Después de
firmar estos papeles, sí —dijo Susana sacando una carpeta de su bolso.
—¡Forky
quiere quedarse! —dijo la niña que venía corriendo hacia sus padres y Susana.
—¡Y se
quedará! —dijo su padre feliz.
Entonces la
pequeña saltó de alegría. Por fin iba a poder tener su primera mascota. ¡Desde
aquel momento comprendí que empezaba una nueva vida para mí!
K historia más enriquecedora y cuanto necesitan de nuestra comprensión estos animales , como puede haber gente tan malvada
ResponderEliminar¡Muchas gracias Marideerre por tu comentario! Unos animales que son muy inocentes y dóciles, no entiendo como pueden hacerles tanto daño la verdad... y como bien dices, no entiendo como puede haber gente tan malvada. ¡Espero que algún día las cosas cambien!! Un abrazo.
EliminarOooohhhh, me he emocionado al leer esta 2a parte. Suerte que hay personas en este mundo que dan esa oportunidad de ser feliz a un galgo. Equilibrando así la balanza de ese maltrato que aún existe en este país hacia esta raza tan noble.
ResponderEliminar¡Hola Verónica! Eso es lo bueno, que como en todas las historias también existe una parte buena y unos personajes buenos dispuestos a ayudar a quien lo necesita. ¡Espero que algún día se termine con todo este tema de maltrato! un abrazo.
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