Pepo tiene
seis años y es un niño con mucha suerte porque vive en una Granja, con sus
padres, rodeados de muchos animales.
Cada tarde
cuando vuelve del colegio, Pepo ayuda a sus padres en la Granja: da de comer a
los conejos, los gallos y las gallinas, recoge los huevos que ponen, da el
biberón a las cabras bebés, prepara la hierba para las ovejas, etc.
Pepo sabe
mucho sobre los animales de la Granja y le gusta mucho explicarlo a sus amigos
en el colegio.
Un día en el
colegio, estaban todos sentados en el suelo en círculo, era el momento del día
en que cada niño compartía alguna anécdota o experiencia con sus compañeros.
—Yo vivo en
una Granja, donde tengo muchos animales y ayudo a papá y mamá a cuidar de ellos
—explicaba Pepo.
—¡Podríamos
ir un día de excursión a tu Granja Pepo! —dijo Leo.
—¡Siiiií!
—contestaron todos los compañeros.
—A mi me
parece muy buena idea también Leo. ¿Qué te parece a ti Pepo? —dijo Marisol, la
profesora.
—¡Me parece
genial! —dijo Pepo muy contento.
Esa misma
noche, mientras cenaban, Pepo explicaba a sus padres como le había ido hoy en
el colegio:
—Hoy en el
colegio les estuve explicando a mis compañeros cositas sobre nuestra Granja y
los animales que tenemos. ¿Y sabéis qué papá y mamá?
—¿Qué?
—preguntaron ellos.
—Que todos
quieren conocer nuestra Granja y venir un día de excursión. ¡Hasta a Marisol le
ha parecido buena idea! —dijo entusiasmado Pepo.
—Sí es una
buena idea sí. ¡Podéis venir cuando queráis! —dijo su madre.
Y con el
paso de los días…
El colegio
quedaba cerca de casa de Pepo, así que Marisol y los/as niños/as fueron
caminando a la Granja.
Allí, en la entrada de la Granja, los esperaban los padres de Pepo:
—¡Bienvenidos
a nuestra Granja! Yo soy María y él Lucas, somos los padres de Pepo.
—¡Hola!
—contestaron todos contentos, tenían muchas ganas de conocer a los animales.
Empezaron
viendo la vaca:
—Esta es
nuestra vaca, se llama Lola y le gusta mucho comer hierba. ¿Y sabéis qué? Nos
da leche, mmm… que está riquísima ¿queréis probarla? —dijo María.
—Siiií
—Dijeron todos.
Y entonces Lucas sacó vasos para todos y con la ayuda de los niños ordeñaron la vaca y así descubrieron cómo la vaca nos daba leche.
—Recordad
niños, ¿Qué alimentos podemos hacer con la leche? —preguntó Marisol.
—Yogures —contestó
Leo.
—Queso
—contestó Laia.
—Mantequilla
—contestó Josué.
—¡Muy bien!
—dijo Marisol.
—¡Ahora os
enseñaremos los conejos! A los conejos les gusta mucho comer zanahorias y
lechuga. Sus dientes y sus uñas nunca dejan de crecer, papá es el que se
encarga de cortarles las uñas con mucho cuidado y los dientes se van limando
cuando comen. Los conejos son muy cariñosos, les gusta mucho que los cojamos en
brazos y los abracemos —explicó Pepo mientras repartía zanahorias a sus
compañeros para que les dieran de comer.
Disfrutaron mucho dándoles de comer, incluso pudieron jugar con ellos, abrazarlos y mimarlos. Los conejos eran como pequeños peluches, muy suaves.
—Ahora vamos
a ver el cerdo, pero lo veremos mejor desde fuera porque es un poquito gruñón y
no le gustan mucho las visitas —dijo Lucas.
—¿Qué
sabemos de los cerdos? —preguntó Marisol.
—El cerdo es
omnívoro porque puede comer de todo: semillas, fruta, pan, lechuga… pueden
andar y correr y disfrutan jugando en el barro —explicaba Leo.
—Sí, cuando
tienen calor se bañan en el barro para estar fresquitos y además también les va
bien para protegerse de las picaduras de los mosquitos y otros insectos —añadió
Laia.
—¿Y qué nos
da el cerdo? —preguntó Marisol.
—Nos da: la
carne, el jamón y los embutidos —contestó Pepo.
—¡Muy bien!
—dijo Marisol.
Y después de ponerle de comer manzanas y lechuga al cerdito, se fueron a ver a: los gallos, las gallinas y los pollitos.
—¡Oh, qué
pollitos más bonitos! —dijo Laia.
—Sí,
nacieron hace una semana —comentó María mientras repartía granos de maíz a los
niños para que dieran de comer a los gallos, gallinas y pollitos.
—Las
gallinas nos dan huevos y también carne. Les gusta vivir en el corral. Como
podéis ver los gallos y las gallinas son diferentes: los gallos son más grandes
y las gallinas más pequeñas, los gallos cantan haciendo “kikirikiii” y las
gallinas en cambio cacarean haciendo “co, co, co, co”. La cresta de las
gallinas es más pequeña mientras que el gallo tiene una cresta muy grande.
Además, como podéis ver las plumas de los gallos tienen un color más llamativo
y brillante —explicaba Lucas.
—¡Vamos a ver las cabras! Tenemos muchas cabritas bebés y podremos darles leche con un biberón —dijo entusiasmado Pepo, que desde que habían nacido las cabritas estaba muy pendiente de ellas todo el tiempo para que crecieran sanas y fuertes.
—Como podéis
ver en las cabras adultas, son un animal fuerte, tienen las patas cortas y
finitas y acaban en pezuñas, en lugar de dedos como nosotros los humanos
—explicó Lucas.
—¡Son
herbívoras porque comen mucha hierba y plantas! —dijo Leo.
—Cierto
—dijo María.
—¿Sabíais
que las cabras tienen miedo de los ruidos fuertes? Es por eso que lo pasan muy
mal cuando llueve y hace tormenta —explicó Lucas.
—Pobrecitas,
a mí también me da miedo la tormenta —dijo Laia.
—¿Os
acordáis de lo que nos da la cabra? —preguntó Marisol.
—¡Leche como
la vaca! —dijeron todos los niños.
Pusieron de
comer hierba a las cabras adultas y a las cabritas pequeñas les dieron
biberones de leche que había preparado María.
—¡Qué
bonitas, mirad qué rápido se beben el biberón! —dijo entusiasmada Sofía.
Y por último, visitaron a las ovejas que pasturaban en los campos que rodeaban la Granja, ellas comían todo el tiempo.
—Las ovejas
necesitan estar siempre acompañadas porque si no se ponen tristes. Al igual que
la cabra, es herbívora y come hierba y pequeños arbustos y sus patas acaban en
pezuñas también —explicaba Lucas.
—¿Y sabéis
que nos da la oveja? —preguntó María.
—Lana para
poder hacernos ropa, bufandas, guantes… —contestó Laia.
—También
puede darnos leche y carne —contestó Pepo.
—Y hacen
“beee” —dijo Leo.
Después
estuvieron acariciándolas y jugando con ellas.
Los niños estaban muy contentos de estar en la Granja de Pepo, no sólo habían cuidado de todos los animales y habían jugado con ellos sino que también habían aprendido muchas cosas nuevas sobre ellos.
Antes de
irse, María y Lucas le pusieron a cada niño/a una medalla hecha de madera con
un mensaje que decía: “soy un súper granjero”.
—Muchas
gracias por visitarnos y ayudarnos a cuidar de nuestros animales. ¡Hoy sin
daros cuenta os habéis convertido en unos súper granjeros —dijo María.
—¡Podéis
volver cuando queráis! Aquí hay mucho que aprender y como decía mi abuela: “el
saber no ocupa lugar”. Seguid manteniendo esa alegría y esa motivación por
conocer y aprender cosas nuevas porque así conseguiréis todo lo que os
propongáis en la vida y llegaréis lejos, muy lejos —dijo Lucas.
Todos los
niños lo escuchaban con atención y Pepo también, sonrió al recordar cuántas
veces su padre le había repetido ese mensaje desde que tenía un año. Y la
verdad, gracias a ese consejo las cosas le iban bien, así que… ¡seguiría
aprendiendo!
Ostras que bonito, esta noche se lo leeré a mi hijo 😊 seguro que le encantará. Me encanta como de cada animal vas explicando sus cualidades. Que manera de inculcar a los más pequeños el amor hacia los animales de la granja, incluyendo valores como cuidarlos. Y que no solo se centren en el interés de obtener el beneficio que nos da cada uno de los animales. Muy bien planteado 🤩 Sigue así Yolanda! Un abrazo.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por tu comentario y por tu opinión Verónica! Me hace mucha ilusión que lo compartas con tu hijo, a ver que le parece a él también😊 ¡su opinión es muy importante! Un abrazo y gracias una vez más por leerme😉
ResponderEliminarQue chulo!! A mí hija le ha gustado mucho y asido participe como si ella estubiese en la granja. Gracias por compartir con nosotros estos cuentos tan bonitos
ResponderEliminar¡Hola Verónica! Muchísimas gracias por darme tu opinión y lo mejor aún gracias por compartir el cuento con tu hija, me ha hecho mucha ilusión y más aún que haya disfrutado siendo partícipe de esta pequeña aventura en la Granja😉 ¡un abrazo grande!
Eliminar